Apocalipsis, el camino del conocimiento (4, 2ª parte)

12.- Pero del Trono salen también voces, o sea, Palabras. La divinidad interna habla a su personalidad mortal. Si ésta le entiende y la atiende, ya no tendrá necesidad de manifestarse más que con la Palabra.

En las obras sacras el Diablo aparece siempre en medio de rayos y truenos, en una formidable tempestad y es que, como ya sabemos, él administra las energías desperdiciadas, y precisamente cuando el Ego habla con rayos y truenos, se desprende de él tan formidable potencial energético que nuestra personalidad humana no es capaz de interiorizar. Los perros (los bajos instintos) encuentran en él alimento abundante y por ello se sienten vivir en la tempestad...

La tempestad (la crisis) aparece en nuestras vidas cuando el Ego tiene que decirnos a gritos lo que no entendemos con palabras normales. Entonces los elementos se desencadenan y todo se derrama sobre nosotros con exceso. Ello nos obliga a sacar el Valor que tenemos dentro y que sólo aparece en las emergencias. Pero a pesar de todo, a pesar de actuar con fuerzas centuplicadas, achicando agua o apagando fuego, la abundancia de alimentos divinos

que cae sobre nosotros hace que los de abajo se den un auténtico banquete y que aparezcan ante nosotros llenos de fuerza y dispuestos a inoculárnosla.

13.- Debemos entender pues con esta visión de Juan algo que ya los mitólogos nos dijeron al hablarnos de Zeus-Júpiter, y es que el Ego tiene la facultad de provocar tempestades en nuestra naturaleza humana, tempestades en las que podemos incluso encontrar la muerte. Ya nos hemos referido a ello con distintas palabras, en otros puntos de la Enseñanza, decíamos que al llevarle a nuestro Ego experiencias repetidas, por habernos alejado de la órbita que él nos trazó, puede desentenderse de sus vehículos mortales y abandonarlos a los de abajo para que los destruyan. En la Mitología vemos a menudo como Júpiter fulmina con sus rayos a ciertos personajes que pretenden escapar a su destino, y lo mismo sucede en la Biblia, como el caso de la infortunada Jezabel que fue dada en pasto a los perros.

Para conservar la vida, para retener nuestros vacíos internos, debemos escuchar las voces que salen del Trono y que, como sabemos, dialogan con nuestra personalidad mortal por la mañana. Luego, por la noche, cuando los directivos de nuestros cuerpos superiores suben arriba y dan cuenta al Ego de las vivencias de la jornada, bajan con nuevas instrucciones, que a veces retenemos en la conciencia a través de los sueños. Ese diálogo nos permite vivir en la placidez, fuera de las zonas de la tempestad. (La meditación a primera hora de la mañana, nos será de mucha ayuda).

14.- Ante el trono queman las 7 lámparas ardientes que son los 7 espíritus de Dios, dice Juan.

Siete son los Elohims con los que Dios ha creado nuestro universo solar; siete son los ministros de que dispone el Ego para realizar su Obra. Son los 7 poderes ejecutivos, procedentes de las 7 elaboraciones internas, o sea, los 7 Trabajos realizados en las 7 iglesias que cada uno de nosotros lleva dentro. A medida que vamos elaborando obra, pasamos de aprendices a maestros y con la experiencia viene el dominio sobre las cosas y el poder. El trabajo preliminar del Ego consiste en procurarse esos 7 Ministros con los que gobernar su mundo. Al principio de la cadena de encarnaciones, esos tronos están vacantes; las 7 lámparas aparecen apagadas y no pueden desempeñar función alguna. Luego, poco a poco, a medida de que los átomos-germen de los cuerpos van descargando experiencias en los depósitos del Ego, las lámparas van alumbrándose hasta convertirse en Lámparas Ardientes.

Cuando esto sucede, el Ego se encuentra en condiciones de gobernar: ya tiene ministros, ya tiene equipo para hacer funcionar sus cuerpos, liberándolos de la dependencia de fuerzas externas, cosa que está ocurriendo en la actualidad.

En efecto, mientras no seamos capaces de dominar los impulsos energéticos que nos vienen de los Séfiras-Planetas, éstos tendrán que ser transportados y suministrados por las Oleadas de Vida angélica y arcangélica. Pero cuando hayamos conquistado la categoría de Ministros en los distintos departamentos, esas entidades espirituales se retirarán y realizaremos el trabajo nosotros mismos. Así nos iremos liberando de la tutela de las distintas jerarquías progresivamente hasta que, en el Séptimo Día, no necesitaremos ni siquiera los servicios del Padre-Kether, estando en condiciones de realizar nosotros mismos el trabajo creador. No obstante, siempre necesitaremos los servicios de las oleadas de vida que están por encima de nosotros porque cualquiera que sea la obra que realicemos, ésta deberá ejecutarse en un marco determinado y con unos ingredientes apropiados, y "alguien" tendrá que facilitarnos ese marco y esos ingredientes.

15.- "Hay aún ante el trono como un mar de vidrio semejante al cristal. En mitad del trono y a su alrededor hay cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. El primer ser viviente es semejante a un león, el segundo ser viviente es semejante a un toro, el tercer ser viviente tiene la faz de un hombre y el cuarto ser viviente es semejante a un águila que vuela. Los cuatro seres vivientes tienen cada uno seis alas y están repletos de ojos alrededor y en su interior. Incesantemente, al día y noche, dicen ¡Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todo-poderoso, que era, que es y que viene! (Apocalipsis IV, 6-8).

Para comprender estos símbolos en toda su amplitud tendremos que profundizar en el significado de los animales que tan profusamente aparecerán a lo largo del relato apocalíptico.

En primer lugar, no olvidemos que Juan está describiendo un poder constituido. Es como si un cronista se introdujera en un palacio real cuando el gobierno está reunido y describiera a sus lectores la imagen que tiene ante sus ojos, con el rey, sus consejeros, sus ministros, sus generales, sus jueces, etc. en este capítulo Juan describe las fuerzas de que dispone ese rey llamado Ego para realizar su obra creadora.

El trono central está separado del que lo está visionando por un Mar de Cristal. Ante esa visión, ¿cómo no recordar ese Mar de Bronce que Hiram Abiff quiso poner en la entrada del Templo de Salomón para purificación de los oficiantes? Nuestro Yo humano se encuentra separado del Trono del Ego por un Mar de Cristal que de algún modo debemos cruzar a nado para integrarnos a él y ser Uno, como Padre e Hijo son Uno. Si para ir a la isla de Patmos y situarnos en el Día del Señor, hemos tenido que cruzar el Mar de los Filósofos, del que ya hemos hablado, en la nueva etapa evolutiva que allí nos espera, cuando ya tengamos la Palabra y la Visión, tendremos que cruzar de nuevo ese Mar de Cristal, y sólo siendo nosotros mismos Cristal lo lograremos, para poder sentarnos en el Trono del Ego y ser Uno con él.

16.- Los animales cargados de ojos, por dentro y por fuera, que Juan vio, son los que encontramos en la última lámina del Tarot, llamada El Mundo y que describe el estadio final de la Obra, representada por la letra Tav. En esa lámina vemos una figura femenina desnuda, imagen de esa Alma Humana que se ha despojado de los 7 velos, rodeada de una corona de flores, que es como un trono y con los cuatro seres vivientes a su alrededor: el león abajo, a la derecha de la lámina, el toro a la izquierda, el de la faz humana arriba, a la izquierda, y el águila arriba, a la derecha. Los cuatro representan a los cuatro elementos: el Fuego, la Tierra, el Aire y el Agua, siguiendo el orden citado si trazamos un Zodíaco alrededor de esa lámina, el León ocuparía el signo de Leo, el Toro el signo de Tauro, el Hombre el signo de Acuario y el Águila el signo de Escorpio, o sea, los cuatro signos Fijos (los segundos de cada Elemento), que es donde el Elemento se encuentra en su grado máximo de concentración.

La doctrina esotérica nos enseña que los Elementos están constituidos por una materia viva, formada por unos seres llamados Elementales y que es gracias a su actividad que cada elemento existe. Así el Fuego se debe a la actividad de las Salamandras; el Agua se debe a la actividad de las Ondinas; el Aire existe gracias a las Sílfides, y la Tierra gracias a la existencia de los Gnomos.

Esas Entidades forman el Tejido del universo y su existencia es el fruto de una necesidad, la inherente a la Creación misma. Ya vimos que al Dios de nuestro sistema solar le fue dado un espacio limitado por el Zodíaco para que edificara en él su Obra con las substancias facilitadas por los Zodiacales. Lo primero que tuvo que hacer fue crear una infraestructura en la que instalar esa obra, y esa infraestructura son los Elementos. Con los materiales provinentes de los signos de Fuego creó esas partículas llamadas Salamandras, que no están destinadas a tener conciencia, sino a ser materia prima de su Obra. Con los signos de Agua hizo las Ondinas, con los signos de Aire, las Sílfides y con los signos de Tierra los Gnomos.

17.- Lo que se trata aquí de poner en claro es el porqué los 4 Elementos aparecen bajo el aspecto de animales excepto uno de ellos, el Aire.

Hemos visto que las Entidades espirituales que trabajan en esferas inferiores a su rango, como es el caso de los ángeles caídos, en la jerga esotérica son conocidos como los Perros, los Cerdos, los Serpientes, etc. Las jerarquías que han inspirado a los seres humanos tales denominaciones tratan de hacernos comprender, al darles nombres de animales, la inferioridad de esa clase respecto a la generación a que pertenecían y de la que se han escindido. Hemos visto también que parte de los impulsos espirituales que recibimos no los asimilamos y que "caen" de nuestra mesa. Esas energías Desperdiciadas constituyen una fuerza en el mundo subterráneo, inferior, y así tenemos que los Desperdicios del elemento Fuego dan lugar a la constitución de fuerzas espantosas, dado su poder y esas fuerzas reciben el nombre de animales míticos, que no existen en la realidad y que, en su aspecto más noble, podemos simbolizarlas con la figura del León. El León representa pues el elemento Fuego Desperdiciado, que los Luciferianos nos reintroducen a su manera.

Las Ocasiones Perdidas, lo que hemos Desperdiciado del elemento Tierra, aparece bajo el aspecto del Toro, ese animal que le ha tocado medirse, en singular combate, con el hombre de luces, en el que uno o el otro debe morir.

El elemento Aire también tiene sus monstruos, que ya nos encontraremos en nuestro camino, pero es con los Desperdicios de ese Elemento que se fabrica la conciencia en el hombre, de ahí que aparezca simbolizado con una figura humana.

Los Desperdicios del elemento Agua dan lugar a las imágenes de toda una serie de monstruos marinos, que van desde la serpiente de mar a las sirenas pasando por las ballenas. Aquí aparece simbolizado por el Águila, que no es un animal marino. Pero ya hemos dicho, en el curso de estos estudios, que la naturaleza emotiva nos da las alas que permiten al pensamiento volar. De los Sentimientos nace la plegaria, de ellos viene el afán de superación, el amor. No es extraño pues que los Desperdicios del elemento Agua produzcan, en el estadio final, el Águila que nos permite despegarnos de las realidades emotivas para volar por los espacios sin fin.

18.- Diremos pues que esos animales alrededor del Trono del Ego indican que el Ego ha conseguido dominar las energías Desperdiciadas y a los seres que las administran. En el prólogo del Fausto de Goethe vemos como Mefistófeles pide permiso a Dios para proceder a la tentación del profesor. Lo mismo ocurre en la historia de Job. Es decir, llega un momento en que los Luciferianos se ponen al servicio de Ego-Dios y administran las energías creadoras Desperdiciadas de acuerdo con la Voluntad del Ego, el cual indica el momento en que esa inoculación ha de tener lugar.

Los ojos que recubren esos animales indican su capacidad de discernir. No son fuerzas ciegas, si no muy conscientes de su cometido, muy lúcidas en sus actuaciones. Ésa lucidez se subraya muy particularmente en la visión, al decirnos Juan que cada uno de esos seres vivientes tiene 6 alas. Sabemos que el número 6 es administrado, sefiróticamente, por Tiphereth-Sol, que es el administrador de la Voluntad-Conciencia. Las 6 alas indican pues que estos animales vuelan al servicio de Tiphereth, que han sido domesticados por el Ego. El 6 primigenio, el zodiacal, pertenece a Escorpio (si contamos los signos a partir del Árbol de la Vida, Capricornio y Acuario en Binah; Sagitario y Piscis en Hesed y Aries y Escorpio en Gueburah) y aparece así toda la grandeza de este signo reputado como difícil. En Escorpio está oculta esa Águila Imperial que permite al hombre en formación volar más allá de sí mismo. Escorpio es el signo de la muerte, el signo en el que el Designio espiritual corre el mayor peligro, el de ser devorado por el Propósito Humano, por los Deseos, pero al mismo tiempo es el signo del Más Allá, el signo en que su propia negatividad produce el Águila, esa Ave Fénix que, renaciendo de sus cenizas, ha de transportarnos a otra tierra.

19.- Los cuatro vivientes proclaman de día y noche la santidad de Dios, su Poder y su Eternidad, indicando así el permanente estado de disponibilidad y de acatamiento de los que administran las energías Desperdiciadas hacia el Ego.

En los relatos míticos vemos a menudo al Héroe que representa el Ego, combatiendo contra los animales, matando a hidras, culebras, leones, centauros, toros, pájaros de presa, tal como lo hiciera Hércules para obtener su liberación. En una fase de nuestra evolución, lo Desperdiciado nos obliga a combatir; el alimento divino no ingerido por nosotros se ha convertido en un monstruo de gran poder y para vencer su impulso debemos movilizar nuestras fuerzas en su globalidad, pasando toda una vida en neutralizar ésos animales internos, que intentan llevarnos a la luz del Arco Iris por el camino de las tinieblas. En ese combate, llega un momento en que el animal se rinde; en que reconoce en nosotros la misma esencia que ha dado vida a su ser, y en lugar de combatirnos, se pone a nuestro servicio.

En la crónica mundana del cristianismo naciente encontramos a menudo leones, como el de Androcles, que se niegan a devorar a sus víctimas. Dice la crónica que Androcles era un esclavo que un día encontró en el bosque un León que cojeaba. Se le acercó y vio que en una de sus patas llevaba clavada una espina. Androcles se la arrancó y el león se fue tan campante, con un rugido de agradecimiento. Más tarde, Androcles fue llevado circo para ser devorado por los leones, y he aquí que el león que debía devorarlo era aquel al que le había arrancado la espina. La fiera estaba hambrienta, pero se le acercó y le lamió la cara en señal de sometimiento.

Algunos sueñan que un León se abraza a ellos y les lame el rostro. Es la señal de que han domesticado a la fiera formada con los Desperdicios del Fuego que debían consumir y no consumieron.

20.- Esos Desperdicios, esas Fieras, se manifiestan en nosotros a través de los llamados Instintos, es decir, de una manera súbita e irrazonable, sin darnos tiempo a oponerles el juicio, ni a que la conciencia haga oír su voz. La fuerza instintiva es más rápida que todo y cuando la Razón pretende imponer su política, ya los instintos se le han avanzado y se encuentra con el "fait acompli", con el hecho consumado con el que no hay más remedio que apechugar.

De ahí la extrema importancia que tiene el domar las fieras, porque ello supone anular el llamado Instinto, que es siempre el primero en Hablar en nuestra naturaleza cuando está activo. Cuando el Ego ha domesticado las fuerzas que sus cuerpos mortales han Desperdiciado y las ha convertido en ejecutores de su política, tiene la facultad de actuar con ellas, y a través de ellas, sobre todo Desperdicio, es decir, sobre la Fuerza Desperdiciada en general, sobre el Desperdicio efectuado por la humanidad por entero, quitándole poder al Instinto Colectivo y facilitando a los demás Egos el dominio sobre sus vehículos mortales. Dominar las propias fieras, dominar sobre los 4 Elementos Desperdiciados, supone dominar en todo el Mundo Elemental y tener la facultad de utilizar su fuerza para la instauración del reino del Hombre Nuevo.


21.- "Cuando los seres vivientes rinden gloria y honor y acciones de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los 24 ancianos se prosternan ante el que está sentado en el trono y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante su trono, diciendo: Tú eres digno, nuestro Señor y nuestro Dios, de recibir la gloria, el honor y el poder; ya que tú has creado todas las cosas y es por tu voluntad que ellas existen y que ellas han sido creadas". (Apocalipsis IV, 9-11).

Vemos en esta secuencia que el acatamiento de las Fuerzas Elementales es como la señal para que los 24 ancianos, a su vez, acaten al que está sentado en el Trono, adorándolo y arrojándole sus coronas símbolo de las potencialidades que residen en ellos.

Mientras las Bestias y la misma personalidad humana, la que busca complacientemente los valores de abajo, entregada a Jezabel, no acata al Ego y no canta su gloria, esos Ancianos ven como sus poderes se Desperdician y sirven de alimento a esas Fieras que nutren los Instintos y conducen al hombre por la vía de lo tenebroso. No ha de gustarles a los Ancianos servir de pasto a las Bestias. Pero cuando la Bestia le canta Loanzas al Ego, los Ancianos, entusiasmados, le arrojan su poder y reconocen que nuestro Ego ha creado todas las cosas y que es en virtud de su Voluntad que nuestro mundo existe.

Todo cuanto somos lo debemos a nuestra Voluntad. Pero en las primeras etapas evolutivas, esa Voluntad se inhibe, es perezosa, se deja vencer por la rutina, no se alimenta, y entonces es cuando los Desperdicios forman como una montaña en nuestro entorno y son las Bestias quienes sustituyen a nuestra Voluntad desfalleciente. Poco a poco la Voluntad despierta, come más y se convierte en el director de orquesta de nuestra vida: los animales se le rinden y los ancianos le arrojan sus coronas, es decir, proyectan sobre ésa Voluntad Ejecutora sus contenidos energéticos de forma entusiasta, apasionadamente podríamos decir, para que esa Voluntad convertida ya en Creadora de Todas las Cosas, pueda multiplicar su acción en nuestra tierra humana.

Ese entusiasmo de los Zodiacales, de ese doble Zodíaco que hemos constituido en nosotros, nos indica que en el Zodíaco existe esa capacidad de entusiasmo y de entrega, y que no siempre se manifiesta. Siempre que hemos hablado de las fuerzas zodiacales, nos hemos referido a ellas sin personalizarlas, sin atribuirles reacciones, por así decirlo humanas. Son los dadores de energías al Dios de nuestro sistema solar y parece como si esto debiera realizarse de forma mecánica, impersonal, como una máquina que funcionase automáticamente. Pero lo cierto es que en el universo nada es así; todo es caliente o frío y, en esta secuencia lo vemos, hay en ellos una capacidad de entusiasmo y, por consiguiente, una capacidad de enfriamiento, de distanciamiento, si ven que sus energías son utilizadas para alimentar la perversión.

22.- Hacernos dignos de ese doble homenaje, el de las Bestias de abajo y el de los poderes transcendentes de arriba, tal es el objetivo de cada ser humano. Empezará entonces la era de nuestra auténtica creación, superado el tanteo de la primera época.

En este 4º capítulo, en el que actúan conjuntamente las fuerzas del Daleth y del Qôf, Juan nos describe, como ya hemos notado el dispositivo de las fuerzas del Ego, alineadas para la batalla. Si estudiamos ese dispositivo a fondo, encontraremos en él un modelo para el gobierno justo de los pueblos y el esquema de un futuro gobierno mundial. No vamos a desarrollar aquí ese estudio, pero sí ofrecemos el tema a la meditación de los estudiantes.

Cuando las cosas, abajo, sean como son arriba, la máquina social marchará al unísono con la cósmica y todo irá como una seda. En las antiguas civilizaciones, los ancianos tenían un papel estelar en el gobierno de los pueblos. Ahora, la moderna sociedad los jubila. Los ancianos tienen que volver a sus Tronos en un futuro gobierno mundial.

Kabaleb (Apocalipsis)