1.- "Entonces percibí a la derecha del que estaba sentado en el trono, un libro enrollado, escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Vi un ángel poderoso, que pregonaba a grandes voces: ¿Quién es digno de abrir el libro y de quebrar sus sellos? Y nadie podía, ni en el cielo ni en la tierra ni en el abismo, abrir el libro y leer su contenido. Y yo lloraba amargamente porque ninguno era hallado digno de abrir el libro y de leerlo. Uno de los ancianos me dijo entonces: Deja de llorar, porque el león de la tribu de Judá, retoño de David, ha salido victorioso y él será quien abra el libro de los siete sellos". (Apocalipsis, V, 1-5)...
2.- En este 5º capítulo de la revelación de Juan entra en acción el Tsade, puesto que las fuerzas se activan en orden inverso del Tav hasta el Aleph. Pero como todo lo que lleva el número 5 le corresponde por derecho propio al He, también esta fuerza se encuentra activa. Ya sabemos que el He preside toda interiorización, todo secreto, mientras que el Tsade representa lo Establecido, lo que hemos Escrito a lo largo de nuestras vidas
y que constituye un rollo que algún día nos tendremos que tragar.
El profeta Ezequiel se tragó literalmente ese rollo en la visión que tuvo y que dejó consignada en su capítulo 2/9-10 y 3, 1-3, en los que dice así: "Mire y una mano aparecía tendida hacia mí, sosteniendo un volumen enrollado. Lo desplegó ante mí y vi que estaba escrito por delante por detrás. Decía lo siguiente: "Lamentos, gemidos, plañidos. Y me dijo: "Hijo del hombre, come lo que te es presentado; cómete este rollo y vete y habla a la casa de Israel. Abrí la boca y me hizo comer el rollo, diciéndome: "Hijo del hombre, nútrete y hártate de este rollo que te doy". Me lo comí y en mi boca se hizo dulce como la miel”. A Ezequiel le gustó la cosa, y es que, a pesar del trago amargo que supone liquidar de golpe nuestro pasado por la vía expeditiva de comérnoslo, viene después la liberación y experimentamos la dulzura y el sosiego del que se siente en paz consigo mismo.
Ya hemos hablado ampliamente de lo que representa la travesía por el Tsade en la "Interpretación Esotérica de los Evangelios", al referirnos a la noche amarga de Jesús en Getsemaní.
3.- En el capítulo anterior hemos visto el dispositivo del Ego, como un general que prepara la batalla, dispone sus fuerzas en torno a él. Los 24 consejeros están en sus tronos respectivos; sus 7 ministros se encuentran perfectamente alineados, el mundo emocional forma un círculo a su alrededor, y los 4 animales, entre ellos el humano, le cantan loanzas. Si las distintas personalidades mortales se rinden, la guerra no tendrá lugar, pero si los dirigentes del Yo profano siguen aferrados al viejo mundo, a sus valores, a sus leyes y reglamentos, el Ego se verá obligado a declarar la guerra, cuyo objetivo será instaurar el Nuevo Mundo en el viejo.
La visión de Ezequiel que acabamos de citar encuentra su pleno significado en ese contexto. Los comentaristas de las crónicas sagradas suelen ver en esas referencias meras copias, como si los profetas se plagiaran unos a otros en sus visiones. Pero si contemplamos las escrituras en su profundo significado, esto nos indica que el alma humana ya recibe revelaciones de su Ego mucho antes de que esa batalla se convierta en una necesidad.
Cuando todavía nos encontramos establecidos en el viejo mundo de Jehová, ya nuestro Ego nos manda sus profetas que se tragan los rollos escritos por delante y por detrás, y van hacia nosotros, hacia nuestra naturaleza mundana, para decirnos lo que un día nos sucederá si no vamos rectificando nuestra conducta.
4.- Todos los personajes que aparecen en la Biblia, como en las Mitologías inspiradas por las Entidades espirituales, forman parte de nuestro panteón psíquico, es decir, los llevamos dentro: son fuerzas, son voces que un día u otro se manifestarán. Esto no impide que hayan existido personajes de carne y hueso, llamados Ezequiel o Nabucodonosor, o Jezabel, o Salomón, o Pedro, o Juan. Su mensaje escrito por su revelación oral es la exteriorización de una voz que en un momento u otro de nuestro itinerario humano suena dentro de nosotros, suscitada por el Ego que, dada su filiación divina, no difiere de lo que piensan otros egos.
La única diferencia entre unos y otros reside en el trabajo y dedicación de sus vehículos mortales. Las "riquezas" experimentales que cada vehículo aporta a su Ego, vida tras vida, son distintas, y ello hace que haya Egos que provisionalmente se encuentren más enriquecidos que otros. Pero la meta final es la misma y, más tarde o más temprano, repetimos, el Ego ha de advertir a su Yo profano que un nuevo universo se acerca y que es necesario un cambio de actitud, y que es la personalidad mortal la que ha de producirlo.
Así, viene el profeta y hace oír su voz en nuestra naturaleza interna, pero su mensaje resulta molesto, fastidioso para nuestros planes, y damos muerte al profeta, como lo hacía Israel. Nuestro Ego no se desanima y nos manda otro, pero también lo matamos, y así nuestro rey interno se ensangrienta las manos con esas víctimas inocentes. Por fin el Ego, que es nuestro Padre, nos manda a Cristo su único Hijo, y ya hemos seguido su trabajo por nuestras moradas internas; lo hemos visto devolviendo la vista a lo que en nosotros estaba ciego, restituyendo el equilibrio a lo que cojeaba, curando lo enfermo, sacándonos de los Vacíos Internos a los de Satanás, resucitando en nosotros poderes que estaban muertos, poniendo en activo al arquitecto del Templo y al pobre y maloliente Lázaro. Pero aunque muchos judíos internos se hayan convertido al ser testigos de tantos prodigios, finalmente, han quedado los suficientes en nuestra naturaleza como para matarlo.
Ya del otro lado, nos escribe cartas para que acompasemos nuestro caminar con el ritmo del mundo que viene. Si tantos esfuerzos no han conseguido cambiar nuestra naturaleza y ponernos a vivir a la hora del Reino, entonces nuestro Ego no tendrá más remedio que hacernos tragar el rollo del libro que hemos escrito a lo largo de nuestras existencias y poner sus caballos a cabalgar, como no hemos de tardar en ver.
5.- La Revelación se dirige pues a los que no se han enterado de que viene otro mundo, de que "sube" otro Dios, de que los mandos han sido cambiados arriba. Ego-Jehová-Binah se ha quedado afónico mandándonos advertencias. No hay más que leer los libros de los profetas para ver con qué intensidad, con qué garra con qué suntuosa orquestación han hablado los profetas de Israel, anunciando los males que iba a padecer el Pueblo Elegido si no se arrepentía, si no volvía atrás, succionando sus propias miserias. Pero ese pueblo Elegido, el que llevamos dentro, se entiende, formado por la vanguardia, la flor y nata de nuestras tendencias, no conseguía interiorizar el mensaje, y así vemos en la crónica sagrada como ese Pueblo fue dispersado. Es decir, el conjunto de tendencias que, unidas, pudieron haber constituido en nuestra naturaleza interna un Poder Espiritual fueron dispersadas, porque permitían que en el reino humano imperara la corrupción y aspiraban al Poder a la manera de un mago negro, para sojuzgar y avasallar a los demás "pueblos" internos.
Esa dispersión del Poder Espiritual en los individuos, aparece consignada en los Senderos del Árbol. Cuando encontramos un Árbol con un Sendero que sube por aquí, otro que baja por allá, con éste o aquél Séfira bloqueado, mientras otro reparte energías hacia arriba y hacia abajo, podemos decir que nos encontramos ante una persona con las fuerzas espirituales dispersadas, recibiendo un poco por aquí, un poco por allá, a lo largo y a lo ancho de la rosa de los vientos, en plena diáspora.
Israel tiene que unirse de nuevo, tiene que poner fin a la diáspora para poder derrotar al enemigo. Y estamos hablando, precisémoslo, en términos simbólicos, que nada tienen que ver con la realidad histórica. Pero también encontramos en nuestra naturaleza interna los que se dicen judíos y que son sinagoga de Satán.
6.- Resumiendo lo consignado de los cinco puntos anteriores, digamos que ese rollo escrito por delante por detrás y sellado con siete sellos, es el libro de nuestra Vida; es la historia que hemos ido estableciendo con nuestras acciones a lo largo de la cadena de encarnaciones que ha programado nuestro Ego. Este libro está formado por 7 grandes capítulos que llevan nuestra rúbrica y sello. Al decir que está escrito por dentro y por fuera, significa que hay una doble versión de la historia de nuestra vida, la que hemos consignado en positivo y negativo, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer, esas famosas omisiones que, al producirse, cambian la línea de nuestra historia y la de las personas implicadas en ella. Muchos de los que nos leen hoy recordarán la película de Frank Capra, muchas veces programada en TV, que llevaba por título "¡Qué bello es vivir!". Aparecía en ella un hombre desesperado y dispuesto suicidarse porque se consideraba dañino para los seres que convivían con él. Entonces se le aparece un ángel que le muestra el film de lo hubiera sido la vida de muchas personas si él no hubiera estado allí para intervenir en momentos cruciales. Era la historia de sus omisiones, de sus inhibiciones, si éstas se hubiesen producido.
En nuestro actual estado evolutivo, la película de nuestras omisiones es mucho más larga que la de nuestras acciones. La historia escrita detrás de ese rollo es más extensa que la consignada delante. Es una historia escrita a nuestras espaldas, sin nuestra intervención, pero es nuestra y bien nuestra y podríamos dividirla en dos grandes capítulos:
1º.- Lo que hubiese sido de la vida de las personas ligadas a nuestra dinámica si en lugar de habernos inhibido, hubiésemos dado vida al impulso que anidaba en nuestro mundo interno; es decir, lo que hubiese podido ser para ellas y que no fue.
2º.- Al desperdiciar esos Impulsos, hemos relegado las energías que los formaban al mundo inferior, abandonando ese vasto campo de los Desperdicios, que constituyen un Fondo Común, pero en el que cada uno tiene su parte de responsabilidad. Ya que cuando esos Desperdicios son suministrados por los Luciferianos a los hombres, en ese suministro va un pedazo de nuestro historia, un pedazo de historia no asumida, de las energías creadoras que nos correspondían para edificar un mundo que no edificamos y, por consiguiente, lo que se construya o se destruya con ellas es un pedazo de nuestra historia.
7.- Este libro contiene la Revelación de nuestro porvenir. En efecto, lo que atamos en la tierra queda atado en el cielo; es como una piedra tirada al aire que inevitablemente ha de caer, de modo que en esos rollos encontraremos las Consecuencias de lo que hemos establecido en el pasado y que forman el tejido, el marco de nuestro futuro.
Sabemos que a cada vida nos vamos tragando parte de ese Rollo, puesto que los Ángeles del Destino penalizan al Ego encarnante con una parte de karma, a fin de que la novela de nuestra vida no sea una de esas historias por entregas semanales, que no termina jamás. Estos Rollos quedarían reducidos a nada si a cada vida no fuéramos generando Causas que nos obligarán a vivir sus Consecuencias, convirtiendo así nuestra existencia en esa túnica de Penélope que tejía de día y destejía de noche. Nos tragamos los rollos, pero vamos escribiendo nuevas páginas de esa interminable historia.
Los que han escuchado el mensaje crístico y han interiorizado sus enseñanzas, ponen punto final a esa novela, liquidan el karma que pueden liquidar y se tragan lo escrito en negativo: esa historia de nuestras omisiones y todos sus derivados, que es el Trabajo ya descrito al hablar de la negra noche que Jesús pasó en Getsemaní.
Pero los que siguen viviendo en el antiguo mundo sin escuchar las voces de los profetas que les anuncian el cambio, matando esas voces cuando se manifiestan dentro de ellos, no respondiendo a las cartas que les manda Cristo desde su Reino, esos han de encontrarse, un día u otro, con que la dinámica cósmica hará por su cuenta lo que ellos no han sido capaces de hacer. Las corrientes cósmicas son fuerzas a nuestra disposición para que nosotros las moldeemos, dándoles Forma. Si no lo hacemos, esas fuerzas se convertirán un día en constreñidoras y nos utilizarán, a pesar nuestro, para que hagamos aquello que, persistentemente, nos hemos negado a hacer.
8.- Vemos en esta secuencia como el Ángel da grandes voces para llamar al que es digno de abrir el libro y romper los sellos, esos sellos que constituyen la marca del Reconocimiento, el signo de nuestra aceptación, de la legitimidad de nuestra historia, el reconocimiento de que no ha habido confusión de rollos. En la vida social ya sabemos que el sello constituye la garantía de validez del documento y sólo la autoridad puede romper un sello cuando algo ha sido precintado por ella.
El Ángel busca aquí al ser digno de llevar a cabo esa tarea de tragarse el pasado y vemos que se produce un momento de suspense que provoca el llanto amargo de Juan, porque ni en el cielo ni en la tierra ni en el abismo aparece ese ser digno de abrir el libro y leer su contenido. ¿Qué significa esa exigencia de dignidad? Veámoslo.
El tránsito del mundo de Binah-Jehová al de Hochmah-Cristo puede compararse a un viaje de un continente otro. Es como si los habitantes de Europa tuvieran noticia de que su continente va a desaparecer y de que la vida va a organizarse en América. Los sensatos, dirían: puesto que va suceder así, voy a liquidar todas mis deudas en ese viejo continente, venderé todas mis propiedades y con el dinero obtenido compraré los pasajes para trasladarme al continente americano con toda mi familia. Lo hace así, pasa al otro mundo y como en él todo está por hacer, se le confía el gobierno de regiones, de países, y organiza las ciudades y todo lo necesario para ir recibiendo a los que llegan del mundo que se va a pique.
En cambio los insensatos no dan crédito a la noticia. Esto es muy sólido, se dicen, como para que vaya a hundirse. Y cuando el profeta, en su naturaleza interna, les dice y repite que sí, que aquello se hunde, lo matan de un estacazo. Viven así alegres y confiados hasta el final. Entonces ellos ya ven que el continente se hunde: nada funciona, el mar está podrido, el aire es irrespirable, los alimentos intoxican, los médicos ya no curan, los políticos construyen artefactos destructivos, los sabios investigan para descubrir la forma de matar, los doctores en ciencias proclaman las excelencias de lo corrupto y los artistas cantan las glorias de lo descompuesto.
9.- Aparece entonces el Ángel para anunciar lo que podríamos llamar el último barco que cruza el mar que conduce al nuevo continente, pero sólo los Dignos son admitidos en ese viaje de plazas limitadas. El Digno es aquel que, en el último momento, cuando el mundo viejo ha agotado su tiempo de vida, oye la voz que viene de arriba clamando en su naturaleza interna y se decide a romper los siete sellos del libro de su vida y a liquidar su pasado, del mismo modo que lo hicieron los que se han anticipado en esos Trabajos. Los que no son dignos, los que dicen que aquello es una crisis pasajera, o que no ven ni tan siquiera que haya crisis, que aceptan como normal, y hasta como un signo de adelanto y progreso el que los artistas canten sonidos con vapores de letrina y el que los científicos se carguen de sabiduría para descubrir la forma más eficaz de matar.
Esos, se hundirán con el mundo que se va a pique y, como ya hemos visto en nuestro estudio esotérico de los Evangelios, cuando renazcan, lo harán como ciudadanos de segundo orden, formando parte de un grupo de Retardados. El Digno es, pues, aquel que es capaz de reaccionar en el último momento.
10.- Juan llora amargamente y en ese llanto debemos ver el llanto del Digno, puesto que Juan ha entrado en su naturaleza con su visión y describe el estado anímico del Digno, y llora al llorar el hombre que vive ese momento. O sea, la voz del Ángel clamando en nuestros Vacíos Internos, provoca en el Digno una Emoción; su naturaleza emotiva se conmueve y percibe con claridad que ha de hacer lo necesario por encontrarse en ese barco que lo llevará al continente de la salvación.
El llanto suscita la intervención del Anciano, o sea, pone en acción una Fuerza Primordial que, al desplegar su potencialidad sobre la naturaleza del Digno, produce la aparición del Héroe, del que ha de abrir el libro y leerlo. Este hombre digno es de la tribu de Judá.
Judá es el cuarto de los hijos de Jacob, nacido de la necesidad, de esa esposa no deseada que se llama Lea. Fue el último de los hijos de Lea antes de su matrimonio con Raquel, porque con él la Necesidad llegaba a su perfecto término. En efecto, los cuatro hijos representan las cuatro letras del nombre divino Yod-He-Vav-He, que es la parte que pone Dios en la obra humana. A partir de ese punto, es el hombre quien debe "hablar" y Judá, siendo el fin de lo Necesario-Providencial, es la semilla del Propósito Humano.
Judá es, en nosotros, el ejecutivo, el que dispone de poderes para decidir la política que vamos a llevar. En el ciclo sefirótico es Júpiter- Hesed, representado en el Tarot con la figura del Emperador. En el ciclo zodiacal, Judá pertenece a Cáncer, signo con el que se inicia el 2º ciclo elemental, regido por Hochmah. O sea, es el cabeza de la fila de la 2ª generación divina, la del Hijo, y por ello Jesús es un descendiente de la rama de Judá-David, la rama de los reyes, de los hombres que disponen de poderes para cambiar las disposiciones del mundo interno.
Diremos pues que el llanto purificador, indicio de que el Fuego había penetrado en el Agua interna que había producido una descarga de vapor, hace que el León de Judá decida desenrollar el libro de nuestra vida. En el Zodíaco, Leo está regido por Hochmah y ya sabemos que Hesed-Júpiter es el lugarteniente de Hochmah, el Centro que ocupa el 2º puesto en su columna. Esa expresión del León de Judá podemos traducirla pues como: aquello que hay de la naturaleza de Hochmah en Judá- Hesed. El Agua-Fuego de Hochmah, al penetrar en las aguas más templadas de Hesed, produce el llanto-vapor y moviliza los deseos en favor del Designio del Ego.
11.- "Y vi, en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, un cordero que estaba allí como inmolado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Vino y tomó el libro de la diestra del que estaba sentado en el trono. Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se prosternaron delante del cordero, teniendo cada uno su cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las plegarias de los santos. Y cantan un cántico nuevo, diciendo: Tú eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos; ya que has sido inmolado y con tu sangre has rescatado para Dios a hombres de toda tribu, de toda lengua, de todo pueblo y de toda nación; tú has hecho de ellos un reino y los has convertido en adictos de nuestro Dios, destinados a reinar sobre la tierra.
Miré y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de seres vivientes y ancianos, y su número eran miríadas y miríadas. Decían con voz fuerte: el cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, la gloria y la loanza. Y todas las criaturas que están en el cielo y en la tierra, en el mar y todo lo que se encuentra en él, oí que decían: Al que está sentado en el trono y al cordero, vayan la loanza, el honor, la gloria y la fuerza por los siglos de los siglos. Y los cuatro seres vivientes decían Amén. Y los ancianos se prosternaron y adoraron”. (Apocalipsis V, 6-14).
Kabaleb (Apocalipsis)
Apocalipsis, el camino del conocimiento (5, 1ª parte)
9:14
Apocalipsis