Apocalipsis, el camino del conocimiento (11, 1ª parte)


1.- "Me fue dada una caña semejante a una vara, diciendo: Levántate y mide el Templo de Dios y el altar y a los que adoran en él. El atrio exterior del templo, déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. (Apocalipsis XI, 1-2)...

2.- Juan ha recibido de su Ego Superior el mandato de profetizar y para cumplir esa misión, le es dada una vara para medir el Templo. Se trata del Templo de Jehová, ya definitivamente terminado, puesto que el Templo del mundo que viene, el cristiano, está aún por levantar dado que no vivimos todavía en las tierras de Cristo. Cristo es el Paraíso hacia el cual vamos y su Templo se construirá con la materia-deseo de su universo. Tenemos, eso sí, imponentes catedrales en las que el nombre de Cristo es evocado, pero por mucho que los hombres digan que el Templo es de Cristo, en nada se distinguen de las sinagogas de Jehová.

Cuando se toman las medidas de algo, es para poderlo reproducir en otro lugar. El mundo de Jehová termina y por consiguiente debemos llevarnos de él todo lo edificante que ese mundo contenía.

3.- El Templo de Dios es una obra maestra en la que el arte, la armonía, la utilidad y el símbolo se dan la mano

para que el hombre encuentre en ese Templo el Camino que ha de conducirlo más allá de sí mismo y, para que pueda ser morada de los seres espirituales sin cuyas fuerzas nada podemos mover. Ezequiel nos describe ese Templo minuciosamente en los capítulos que van del 40 al 48 de sus profecías, y los estudiantes deberían meditar individual y colectivamente sobre el contenido de esos textos.

En la visión de Ezequiel, el que mide es Jehová y el profeta lo contempla. Aquí es el propio Juan el que dispone de la vara de medir y realiza así las funciones que en una época pretérita realizara la divinidad. Esto significa que para pasar la frontera que va del universo de Binah al de Hochmah, si efectuamos ese tránsito desde el estadio espiritual llamado Juan, tendremos que ser capaces de sustituir en sus funciones la divinidad que abandona su trono, tal como ya hicimos notar anteriormente.

4.- Medir el Templo, el espesor de sus muros, tanto los internos como los externos, la anchura de las pilastras, la amplitud de las puertas interiores y exteriores, los espacios vacíos, etc., significa tomar conciencia de la exacta capacidad de nuestro habitáculo humano; de su capacidad de dar cobijo a lo trascendente. La toma de medidas hace que aparezca ante nosotros un plano exacto de la edificación y al visionar internamente el Templo, se nos aparece su mobiliario y vemos así que mientras unas habitaciones están repletas de utensilios, otras están vacías o semivacías. Esto significa que mientras estemos Trabajando en algunas moradas con gran celo y dedicación, en otras no hemos hecho nada.

Ya sabemos que el Templo del Universo es circular y tiene 12 grandes puertas que dan acceso a 12 moradas. A medida que vamos realizando los Trabajos correspondientes a esas Moradas Celestes, las Zodiacales, vamos levantando en nosotros esa parte del muro externo y la morada correspondiente se va llenando de muebles. A veces, a nuestros obreros internos les gustan determinados Trabajos y, por llevarlos a cabo, descuidan otros, y así ocurre que nuestro templo interno es desigual, rebosante de belleza y arte en ciertos aposentos, mientras en otros no hemos levantado ni tan siquiera el muro de protección exterior.

Hemos hablado de 12 Puertas Zodiacales, pero en realidad las Puertas de ese Templo interno que todos debemos edificar no son más que 4, las correspondientes a los signos Cardinales Aries, Cáncer, Libra y Capricornio), siendo por ellos que se produce la entrada de las energías cósmicas, las cuales ya van encontrando su punto de ubicación en nuestros organismos y formando 12 grandes moradas.

Una vez levantado el recinto exterior con esas 12 Moradas, en el interior del Templo los obreros forman 10 grupos de Trabajo, los cuales establecen otras 10 Moradas con toda la red de pasillos que permiten comunicarse. A veces ocurre que a los obreros se les "olvida" trabajar en la edificación del pasillo; o bien un grupo piensa que su labor en la Morada es muy importante y que los trabajos de comunicación deben correr a cargo de quienes edifican la Morada vecina, si es que tienen interés en comunicarse. Y puede suceder que habiendo Moradas suntuosamente dispuestas, la incomunicación en que se encuentran las convierta en reliquias de poca utilidad.

5.- También ocurre que en ese Templo se conserven los muebles más allá de su tiempo de vigencia y que pasen así a ser trabajados por las fuerzas de Repulsión, que mandan a sus obreros llamados polilla y carcoma, para que corrompan sus estructuras. Ahora se aprecian mucho los muebles viejos y carcomidos y la polilla ha conquistado un título de nobleza. Esa apetencia por lo carcomido es síntoma que revela esa perversión de los valores, que es moneda corriente en nuestra sociedad.

Cuando las fuerzas de abajo aparecen para trabajar, las de arriba tienen que retirarse y por consiguiente, en los templos apolillados no pueden morar las entidades superiores.

En la visión de Ezequiel (43-7) Jehová se quejaba de que en su templo figuraran los cadáveres de los reyes. "Por eso los consumí, en mi furor", dice. Allí donde hay cadáveres que pudren, la divinidad sólo puede expresarse por el lado de su Furor; no ya la Severidad o el Rigor propios de la columna de Binah, sino el Furor administrado por los de abajo. ¿Y cuál es la catedral llamada cristiana que no contenga el cadáver de algún rey, Papa o alto purpurado? En su desconocimiento de las reglas, hasta en los mismos cementerios han levantado templos los que se autodenominan cristianos, y si ni siquiera los de Binah pueden convivir con un cadáver en descomposición, ¿cómo podrían hacerlo los de Hochmah-Cristo?

Al medir el templo van apareciendo todas estas evidencias, con las que llenaríamos un libro si nos detuviéramos a considerarlas. Hay muchas cosas que decir, por ejemplo, sobre los cadáveres de nuestros reyes, de las tendencias que un día reinaron en nosotros y murieron, y a las que dimos sepultura en nuestro templo interno, perturbando con su hedor el trabajo de los obreros.

Juan, convertido en reemplazante de los Ángeles de Jehová, ha de percatarse de si las medidas son correctas; ha de rectificarlas si no lo son o acabar de construir lo que falte. Después estará en condiciones de ayudar a sus hermanos en la edificación de sus respectivos Templos, indicándoles el lugar en que debe situarse cada cosa, ya que todo está perfectamente ordenado en el universo, y si al dar los primeros pasos nos decimos que nuestra libertad consiste en poder colocar las cacerolas en las bibliotecas, exponiéndolas a la admiración de los visitantes, al avanzar ya nos damos cuenta de que las estanterías están pensadas para los libros y que las cacerolas deben ubicarse en la cocina.

6.- El atrio ha sido entregado a las naciones, que hollarán la ciudad santa durante 42 meses, le dice a Juan la voz divina de su Ego.

En otro punto de la Enseñanza ya nos hemos referido a esos 42 ciclos experimentales. Nosotros hablábamos de años; Juan los llama meses, pero se trata de una misma realidad. Decíamos en nuestras lecciones sobre el Trabajo en los Senderos que el ciclo de la vida humana es de 84 años, que corresponde al ciclo de Urano, planeta que "cierra" nuestro sistema planetario. Urano tarda 84 años en dar la vuelta completa al Zodíaco, de modo que a los 84 años hemos vivido un ciclo experimental completo, puesto que el Ego nos infunde su Designio para una determinada existencia a través de Urano-Hochmah. Luego resulta que algunas vidas son más cortas, pero en las siguientes se verán compensados y vivirán más.

Así pues, 42 años corresponde a la mitad del ciclo, y si ese ciclo nos lleva al descender a niveles materiales, para luego elevarnos a las alturas celestes del Ego aportándole nuestra cosecha de experiencias, podemos decir que en los primeros 42 años de nuestra vida somos hombres-naciones, lanzados a la conquista de lo diverso, lo plural, lo múltiple, lo que separa, y que en los 42 años restantes salimos del atrio profano y entramos en el templo, buscando la reconquista de la unidad.

Evidentemente, esos 42 años representan un símbolo, significan la mitad del tiempo cíclico que nuestra alma consume en tareas profanas, antes de levantar los ojos al cielo y descubrir la eternidad. Las almas evolucionadas no esperan a cumplir 42 años para mirar hacia arriba, sino que elevan la mirada apenas tienen uso de razón, o sea, que los 42 años pueden ser 42 luna-meses o 42 días. Cuando el número 42, en el que la Raíz de los Sentimientos (Hesed-4) levanta la mirada y descubre el Amor Divino (Hochmah-2), estalla en nuestra naturaleza interna, abandonamos el atrio en el que campan las naciones, con sus particularismos excluyentes y entramos en el Templo. No vale la pena medir y contar lo que hagan los del atrio, porque, sea lo que sea, está destinado a desaparecer, no dejará huella y sólo contará la experiencia que lo que suceda en el atrio va a producir.

En la dinámica social, tengamos en cuenta que la divinidad no pide que se tomen medidas del atrio ni de los que evolucionan en él. Se los deja a su propia dinámica y también nosotros debemos dejar a los del atrio en plena libertad.

7.- "Mandaré a mis dos testigos para que profeticen durante 1.260 días, vestidos de saco. Estos son los dos olivos y las dos antorchas que están delante del Señor de la tierra. Si alguno quisiere hacerles daño, saldrá fuego de su boca, que devorará a sus enemigos. Todo el que quiera dañarlos, morirá. Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que la lluvia no caiga en los días de su ministerio profético y tienen poder sobre las aguas para tornarlas en sangre y para herir la tierra con todo género de plagas cuántas veces quisieren. (Apocalipsis XI, 3-6).

Esos dos Testigos son enviados a los que están en el Atrio exterior del Templo, a los que no han sido medidos, o sea, aquellos que aún no son ellos mismos Templo, que no han edificado las distintas moradas en las que las fuerzas cósmicas encuentran aposento y guarida desde la cual manifestarse el individuo a la sociedad. Cuando somos Templo, disponemos de receptáculos en los que almacenar las energías cósmicas. Esto es muy importante, porque si recibimos esas energías con tal abundancia que somos incapaces de canalizarlas positivamente, podemos depositar el excedente en las Moradas que hemos levantado y utilizarlo en el momento oportuno. Esto no puede sucederles a los que están en el Atrio, los que aún no han comenzado la edificación de su Templo interno, de modo que cuando les viene del manantial cósmico una superabundancia de energías, o bien movidas por ellas actúan trepidantemente, saliendo de sus cauces, de sus órbitas, y perturbando la vida de los demás, o les queda un remanente importante de energías no utilizadas que caen al Abismo y alimentan el fondo de Desperdicios.

8.- Esos Testigos están programados para profetizar por espacio de 1.260 días, que equivalen a los 42 meses que han sido dados a las naciones para hollar la ciudad santa sin identificarse con ella, sin convertirse ellos mismos en Ciudad Santa. Si aquí su período de profetización se expresa en días y no en meses es para que quede bien claro que ese servicio será efectuado diariamente, intensivamente, sin intermitencias.

Van vestidos de saco, como solían hacerlo los profetas, queriendo indicar con ello que no hay nada personal en el mensaje que difunden, puesto que el saco desdibuja la forma del cuerpo; es todo lo contrario del vestido de moda, que acentúa la silueta de la muchacha que lo lleva, realzando su personalidad física, hecha a imagen y semejanza de la espiritual. El vestido de saco, al suprimir la forma, suprime lo personal y los profetas se presentaban así como para decirles a sus oyentes: lo que os estoy diciendo no viene de mí, sino del que me envía. Por otra parte, el saco siendo el envoltorio de un contenido, es como si los profetas dijeran: Soy un contenido de palabras. Aquí están como si fueran patatas en un mercado; servíos de ellas si os apetecen, y si no, dejadlas.

9.- Esos dos Testigos reciben la denominación de Olivos y de Antorchas y están delante del Señor de la Tierra. Zacarías ya tuvo una visión sobre este tema y preguntó con insistencia a Yahvé por el significado de esos dos olivos que se sitúan a la derecha y a la izquierda del candelabro. Al final Yahvé le respondió: "Son los dos hijos del óleo que están delante del Señor de toda la tierra" (Zacarías 4,14).
El Señor de la Tierra, de nuestra Tierra Humana, es Malkuth, que recibe el título de Reino Material. Cada uno de nosotros somos Malkuth, o sea, el Centro receptor de todas las pulsiones cósmicas y el que les da protagonismo, convirtiéndolas en actos, en anécdotas, en Historia, o bien arrojándolas al Abismo, para reincorporarlas desde allí.

Si situamos esos dos Testigo-Antorcha en el Árbol, vemos que los más próximos a Malkuth son Netzah y Hod. Y en cuanto a las Antorchas, no pueden ser otras que Yesod y Tiphereth. Los cuatro se funden en dos, ya que las Antorchas se expresan a través de Hod y Netzah.

La columna de la derecha es la que produce el Aceite; la de la izquierda es productora de Vino. El olivo, productor de aceite, es un árbol regido por los Séfiras de la derecha. Ya hemos hablado de este punto en las lecciones de Evangelios, al referirnos al Monte de los Olivos y el estudiante puede consultar lo dicho allí. Mercurio-Hod es un Séfira de la izquierda, pero es el He del Mundo de Formación y, como tal, depende de Hochmah, el supremo He. El caso es que esos Testigos-Olivos, hijos del Óleo, enviados a profetizar a los del Atrio, ejercen su ministerio constante y persistente a través de Hod y de Netzah, o sea, a través del intelecto y todas las funciones propias de Hod, y a través de los 5 sentidos y demás funciones propias de Netzah, ambos -Hod y Netzah- iluminados por las 2 Antorchas.

Debemos entender pues que en los días finales, los hombres que queden en el Atrio, los que aún no han logrado realizar los trabajos indispensables para pasar al otro universo, se verán asistidos por esos 2 Testigos que aparecerán en su mente y en sus sentimientos -Netzah es el 2º He del Mundo de Creaciones- para llevarlos a ese Templo cuya edificación aún no han emprendido. Esos 2 Testigos procederán a un martilleo constante hasta que transcurran esos 42 meses, es decir, hasta que habiendo llegado al fondo de su período involutivo, esos hombres emprendan la curva que conduce al universo unitario.

10.- Estos 2 Testigos disponen de un poder coercitivo que no se da en condiciones normales. Ya hemos visto, en el curso de estos estudios, que la divinidad no actúa coercitivamente sobre los hombres y que cuando éstos se ven obligados a pasar por ciertas experiencias, ello es debido a la propia dinámica que ellos han puesto en circulación y no ha exigencias de su Ego. Pero en esta hora final sí vemos que esos Testigos reciben poderes, como el de sacar Fuego por la boca, devorar a sus enemigos, cerrar el cielo para que la lluvia no caiga, cambiar las aguas en sangre, herir la tierra con toda clase de plantas.

Ese poder será ejercido desde dentro. Ya sabemos que en nuestros Vacíos Internos campan las Entidades que rigen los materiales energéticos que nuestra Voluntad necesita. Los 2 Testigos tendrán poderes para expulsar a esas Entidades y poner en los Vacíos "gente" a sus órdenes. Esta operación se materializa "sacando fuego por la boca" y "devorando a los enemigos". Es la operación a la inversa de la llevada a cabo por Caín, el cual devoró, se interiorizó esa llama viva que era su hermano Abel. Caín se alimentó de la espiritualidad; ahora esa espiritualidad que, en movimiento de marcha atrás, por así decirlo, devora los impulsos que orientan al hombre hacia abajo.

Tienen poder de cerrar el cielo para que la lluvia no caiga, dice Juan, o sea, el poder de incomunicar a Kether-Hochmah-Binah, que constituyen el cielo en el interior de cada uno. Si se les cierra la puerta que conduce a Hesed-Gueburah-Tiphereth, que representan el mundo del Agua, esas Aguas no recibirán el calor procedente de arriba y, por consiguiente, no se formarán nubes en la naturaleza interna del hombre y la lluvia no podrá caer. Sin la lluvia purificadora, vendrán las plagas y la esterilidad.

Ya hemos hablado en el capítulo anterior del Agua que se vuelve sangre. Añadamos aquí que nuestras Aguas internas, constituyendo el potencial de los Deseos, se vuelven sangre cuando esos deseos han sido descargados sobre la sociedad, generando vivencias que se inscriben en la sangre y, al mismo tiempo, crean esa sangre que ha de reflejarlas. En este sentido, convertir el Agua en Sangre significa precipitar los Deseos contenidos en el individuo, de manera que sirvan para producir experiencias enriquecedoras. Retengamos pues de este punto de la Enseñanza que en el momento del tránsito de un mundo a otro, el Ego utilizará sus poderes coercitivos para obligar a la personalidad que gobierna sus vehículos a efectuar el cambio. Pero esos dos Olivos sólo sacarán las uñas si "alguno quiere hacerles daño".

11.- "Pero cuando hayan terminado de dar testimonio, la Bestia que surge del Abismo vendrá a guerrear contra ellos, los vencerá y matará. Sus cuerpos yacerán en la plaza de la gran ciudad que espiritualmente se llama Sodoma o Egipto, donde su Señor fue crucificado. Los pueblos, las tribus, las lenguas y las naciones verán sus cuerpos durante tres días y medio y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en el sepulcro. Los moradores de la tierras se alegrarán a causa de ellos y se regocijaran, y mutuamente se mandaran regalos, porque estos dos profetas eran el tormento de los moradores de la tierra" (Apocalipsis XI, 7-10).

Kabaleb Apocalipsis