12.- "Y la voz que había oído del cielo me habló de nuevo y dijo: Ve, toma el pequeño libro abierto de la mano del ángel que está erguido sobre el mar y sobre la tierra. Y fui hacia el Ángel, diciéndole que me diera el pequeño libro. Y él me dijo: Tómalo y trágatelo; será amargo en tus entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel. Tomé el pequeño libro de la mano del Ángel y lo tragué, y fue en mi boca dulce como la miel, pero cuando lo hube tragado, mis entrañas se llenaron de amargura. Entonces me dijeron: Es preciso que de nuevo profetices contra una multitud de pueblos, de naciones, de lenguas y de reyes. (Apocalipsis X, 8-11)...
13.- La voz del cielo es la de nuestro Ego; esa voz que no sabemos escuchar, pero que ha medida que avanzamos en nuestro proceso evolutivo, percibimos con mayor claridad y llega un momento en que nuestro yo profano se somete a los dictados de esa voz. Aquí vemos que el Ego de Juan, de ese Juan que todos llevamos dentro, lo envía al Ángel para que tome el pequeño libro.
El Ángel que se apoya en el mar y en la tierra, también aparece en nuestra naturaleza interna, en nuestro mar y nuestra tierra humana, y ese pequeño libro contiene la Historia Humana que los de Binah han escrito desde el comienzo de su actuación hasta el final. Puesto que esa Alma Humana llamada Juan se interesa por conocer los detalles de la organización cósmica, le sucede
lo que tantas veces ocurre con los curiosos, que son víctimas de su propia curiosidad y se convierten en protagonistas de aquello que sólo pretendían contemplar.
14.- Vemos pues en este punto de la Enseñanza, que Juan, habiéndose acercado al Misterio, habiéndose colocado en el escenario en que los Ángeles tocan sus trompetas, recibe de su Ego la invitación de que no se limite a contemplar, sino que debe participar en el juego, tomando el libro abierto de la mano del Ángel.
Es algo sobre lo cual deben reflexionar todos los curiosos, los que se sienten impelidos a contemplar la Obra Divina, tan sólo para adquirir conocimientos y poder presumir de ellos ante su sociedad. Si se acercan demasiado a los Centros de Poder divinos, si permanecen allí escuchando tras las puertas, no tardarán en verse fichados por la Divinidad y con un carné de profesional encima para que nadie les pueda llamar intrusos. Juan nos refiere en este episodio la manera en que fue fichado y contratado, puesto que el Ángel le entrega el libro, le manda comérselo y después lo envía a profetizar.
15.- Ya en el capítulo 5º vimos que aparecía un libro sellado y un Ángel buscaba al hombre digno de abrirlo y quebrar sus sellos. Al referirnos a este episodio citamos al profeta Ezequiel, quien ya en su tiempo se tragó un rollo, que encontró dulce en su boca y después lo mandaron a profetizar.
Aquí el Libro aparece abierto, lo cual significa que ya no contiene secretos que deban ser guardados. La civilización de Jehová-Binah ha sido por esencia la del secreto, del juramento y del misterio. Al aparecer Cristo, lo primero que enseñó fue a no jurar. En las colecciones de bibliófilos aún pueden verse ejemplares de libros en cuyas cubiertas figuraban unas barras de hierro taladradas para que en ellas pudiera introducirse un candado, de manera que el libro sólo pudiera ser abierto por el que estaba en posesión de la llave.
En las escuelas Iniciáticas de Binah, que todavía hoy existen, sus adeptos, antes de cerrar sus Trabajos, juran guardarlos en secreto. Jehová necesita el secreto para operar, y ello por una razón principal: porque sus Enseñanzas, siendo fragmentarias, aparecen en la mente de los estudiantes como una verdad definitiva, cuando no es más que la verdad desde la altura en que el discípulo la contempla. Si esa verdad relativa es comunicada, si el discípulo la afirma públicamente, su orgullo le obligará a defenderla, a sangre y a fuego si es atacada, y entonces se atascará en ella y ya no podrá seguir la escalada de la Montaña de la Verdad, porque en cuanto se mueva aparecerá ante su espíritu una nueva realidad que lo situará en contradicción consigo mismo y provocará la burla y el descrédito de la sociedad.
Por el contrario, si guarda su descubrimiento filosófico en secreto, la verdad interna irá evolucionando y no tendrá reparos en admitir que lo que antes contemplaba como una verdad absoluta se ha quedado pequeña y ello le induce a presumir que la nueva Verdad también un día se le quedará corta y que la Verdad no es algo que pueda definirse de una vez y para siempre, sino un valor en constante evolución.
16.- La comunicación de la Verdad es algo que la estabiliza, la petrifica. Representa la fase Vav del Pensamiento, cuya consecuencia es el fruto, que no tardará en aparecer en el Árbol y que a su vez dará la semilla que convertirá toda la tierra a su alrededor en su gestadora.
Este es en realidad el proceso que siguen todas las cosas caminando hacia su cristalización, y así vemos que en el Zodíaco, que es nuestra matriz y nuestro modelo cósmico, en el proceso rotativo de los Elementos, después de Géminis, que es el signo a través del cual el Pensamiento se exterioriza, viene Capricornio, signo de Tierra, en el cual ese Pensamiento geminiano se petrifica. Este es el curso natural de la instauración de las energías creadoras, yendo de lo sagrado a lo profano. Pero Binah-Jehová les dice a los suyos, a los que oyen su voz: "Guardad el secreto; jurad no revelarlo", porque si lo hacen, lo natural detendrá su curso en el estadio He, el que corresponde a los trabajos de interiorización, y en lugar de dar fruto fuera y producirse la identificación con ese fruto, lo dará dentro y consistirá en la más asombrosa variedad de especies.
En el periodo de aprendizaje, el secreto de nuestros Trabajos nos permite evolucionar más rápidamente, y está claro y visible que el principal obstáculo que encuentra la ciencia oficial para su progreso rápido, reside en el descubrimiento que los sabios han realizado con anterioridad, el cual se establece como una verdad definitivamente probada, que vuelca toda su fuerza académica contra la nueva ciencia que va naciendo.
Por ello Jehová-Binah es el Dios de los libros sellados, el que induce a los hombres a jurar que no revelarán la Verdad más que entre los adeptos de una Escuela Iniciática, comprometidos en la misma búsqueda de lo trascendente.
17.- Pero cuando Jehová-Binah baja de su Trono; cuando ya ha comunicado a los hombres todo cuanto tenía que comunicarles, su libro se abre; los secretos dejan de serlo y uno de sus representantes lo ofrece a quien quiera tragárselo. Nadie mejor, para ese Trabajo, que el curioso Juan, esa Alma Humana ávida de misterios, empeñada en realizar tareas divinas en lugar de dedicarse a las humanas.
Hemos dicho muchas veces que el Apocalipsis contiene el relato de nuestra propia historia humana, pero ya hemos visto que esa historia es muy distinta según seamos los marcados o los que vienen de la tribulación, o los que reciben la paletada de Fuego, etc. Aquellos que alcancen el estadio llamado Juan, tendrán que tragarse el Libro por encargo expreso de sus Egos, pero no los que se muevan a niveles inferiores a los Juanes.
18.- El Libro tiene un doble sabor: dulce como la miel en la boca y amargo las entrañas. La boca es el vestíbulo del corazón y ya hemos visto en otra parte de la Enseñanza que las enfermedades del corazón se reflejan en la boca, donde pueden ser detectadas y, por consiguiente, curadas. El corazón, regido por Leo y Beith, es el órgano de Hochmah, que representa el Nuevo Mundo. La entrega del Libro abierto, por parte de las huestes de Jehová, ha de ser grata a Hochmah, puesto que supone el comienzo de su reinado; o sea, ha de ser dulce para nuestro corazón-boca porque supone para nosotros el acceso a la libertad, el fin de una era de sometimiento a las leyes, a las reglas.
El Libro es amargo en las entrañas. Si la boca-corazón representa para nosotros lo que viene, la entraña representa lo que se va. En efecto, Binah ha sido el constructor de nuestra organización material, de nuestro cuerpo, de nuestra entraña. Binah y sus criaturas, Gueburah y Hod, tanto en sus aspectos positivos como negativos, han sido los que han construido nuestro cerebro, nuestro esqueleto, el sistema nervioso, el medular, glandular, etc. Esa perfecta organización se retira, desaparece, incorporándose al nuevo orden que Hochmah va a implantar.
Pero la amargura que Juan experimenta no es la que suele experimentarse en las despedidas, sino algo mucho más doliente y dramático.
19.- En efecto, al ponerle el Ángel el libro abierto en la mano, después de haber pronunciado un último juramento, el de que el Tiempo había terminado, lo que estaba haciendo era traspasarle sus papeles, obligando lo a que terminara una tarea que él, el Ángel, no podía prolongar por más tiempo.
Como decíamos más arriba, el que busca el contacto con lo divino, acaba encontrándose con el libro angélico en las manos y con el encargo de interiorizárselo y ponerse a profetizar.
Resulta siempre amargo ser el anunciador de las malas noticias, y bien claramente le dice el Ángel a Juan que son precisamente esas malas noticias las que ha de anunciar. Aunque en algunas traducciones del Apocalipsis el texto diga "profetiza a los pueblos", los traductores que se han ceñido al escrito original, escriben: "profetiza contra los pueblos, naciones, lenguas y reyes".
20.- Vemos así que en la fase terminal, el Dios en funciones se retira y confía la finalización de sus tareas al Hombre. Ya Moisés consignó en el Génesis que en el 7º Día Dios descansó. Todavía no hemos llegado a ese 7º Día, pero como la dinámica de la Creación se repite en cada una de sus fases, resulta que en cada estadio final, la jerarquía creadora en funciones se retira dejando sus responsabilidades en manos de sus criaturas.
Jehová se retira del Trabajo en la 4ª Ronda del 4º Día, se entiende; su retirada de la Creación no es definitiva, puesto que en la 5ª Ronda lo encontraremos de nuevo trabajando en otro terreno.
21.- Ya tenemos pues a nuestro Juan interno convertido de nuevo en Profeta. Bien claro lo dice el Ángel: "Es preciso que de nuevo profetices", lo cual implica que ya anteriormente lo hizo.
Para llegar al estadio llamado Juan, hemos tenido que pasar por estadios intermedios, en los que la divinidad se ha expresado a través de nosotros. Todos somos profetas de mayor o menor alcance, porque todos llevamos encima el signo de Sagitario, que es la puerta a través de la cual la divinidad se exterioriza en nosotros, sin pedir la venia de nuestra personalidad material. Algunos intuyen que aquello que están haciendo, bajo el impulso de Sagitario, sobrepasa sus intenciones; que sirven de mensajeros de alguien que no dominan, que no es suyo. Pero la mayoría es utilizada por la divinidad a sus expensas.
Para llegar a ser Juan, decíamos, hemos tenido que concienciarnos antes de la organización cósmica y hemos tenido que servir voluntariamente a la divinidad interna, pensando, hablando, escribiendo sobre las eternas reglas para ayudar a los pueblos, las naciones, las lenguas, los reyes, tanto los internos como los externos, a encontrar el Camino. Nuestras profecías inspiradas, nuestra revelación recibida de las reglas y del arte real, tiene que servirnos en primer lugar a nosotros mismos, predicando en dirección a nuestros pueblos internos, ya que si no conseguimos ser obedecidos por ellos, difícilmente obedecerán los pueblos, naciones y reyes que se mueven en el exterior.
22.- Juan ha de vivir la amargura de tener que anunciar la catástrofe final a todos los que no consiguen invertir los mandos. Pero también experimentará la dulzura de poder ser el que mitigue los rigores de ese tránsito y el que los evite, si sus clientes tienen oídos para escuchar.
No todos seremos Juan, pero nuestra ambición ha de consistir en querer serlo. En mayor o menor medida, debemos ser los profetas en esos tiempos apocalípticos que ya vivimos. Debemos anunciar a las gentes que se aproximan a nosotros los rigores de esta hora final y también y sobre todo la manera de evitarlos.
Por radio, periódico, televisión, de boca a oído, debemos revelar a las gentes el contenido de ese Libro Abierto antes de que aparezca en cada uno de ellos el Ángel anunciador de que se ha terminado el Tiempo.
Con las reglas de Binah interiorizadas estaremos en condiciones de decirles a nuestros semejantes, en cada momento, por donde deben tirar, induciéndolos a que se aprendan esas leyes y estén en condiciones de dirigir su propia vida.
Anexo a la lección 10ª
Las letras se presentan ante Dios, en orden inverso, pidiéndole que las utilice para comenzar con ellas su Creación.
(Texto traducido del Zohar)
Ya dos mil años antes de la Creación del mundo, las letras estaban ocultas y el Santo, bendito sea él, las contemplaba delectándose con ellas. Pero cuando quiso crear el mundo, todas las letras, pero en orden invertido, acudieron ante él. Fue la letra Tav que se presento la primera. Dueño de los Mundos, dijo, ojalá te plazca servirte de mí para operar la creación del mundo, puesto que soy la letra final de la palabra Emeth (Verdad), grabada en tu sello; y como tú mismo eres llamado Emeth, es conveniente que el Rey comience por la letra final de esta palabra su creación del mundo. El Santo, bendito sea él, le respondió: En efecto, eres digna, pero no es conveniente que me sirva de ti para operar la creación del mundo, porque estás destinada a ser marcada sobre la frente de los hombres fieles, que han observado las leyes desde el Aleph hasta el Tav, y ser así mezclada con la muerte, y también porque eres la letra final de la palabra Maveth (Muerte). Por esas razones no es conveniente que me sirva de ti para operar la creación del mundo. La letra Tav salió inmediatamente.
Entró entonces la letra Schin y después de haber formulado la misma demanda, hizo valer la inicial del nombre divino Schadai, que es un Schin. Conviene, dijo, que te sirvas de la inicial del nombre sagrado Schadai para operar la creación del mundo. Dios de respondió: En efecto, eres digna, buena y verdadera. Pero los falsarios se servirán de ti para afirmar sus mentiras, asociándote a las dos letras Qôf y Reish, para formar así la palabra Scheqer (Mentira). De esta palabra resulta que para acreditar sus mentiras, los que mienten se ven obligados a mezclar en ellas un principio de verdad. Es por ello que la palabra Scheqer es el anagrama de la palabra Qescher (Nudo, Cúmulo), porque para hacer aceptables sus mentiras, empiezan por decir una verdad (Sch), a la cual se añade después la mentira (Q y R), de manera a ligar los dos juntos. Aunque seas verdadera, letra Schin, puesto que los tres patriarcas se encontrarán reunidos en ti no es conveniente que me sirva de ti para operar la creación del mundo, porque a menudo te verás asociada a la Q y la R que están del lado malo. Cuando la letra Schin hubo oído estas palabras, salió. En vistas de esto, las letras Q y R no se atrevieron a presentarse.
La letra Tsade entró entonces y formuló la misma demanda, haciendo notar que la palabra Justo (Tsaddiqim), aplicada a los hombres y a Dios comienza por la letra Tsade. En efecto, le dijo Dios, eres justa, letra Tsade, pero no es conveniente que me sirva de ti para operar la creación del mundo, puesto que debes ser ocultada para no dar lugar a errores, ya que tu forma primitiva es un Noun oblicuo, principio femenino, sobre el cual se añade un Yod, principio masculino. Y tal es el misterio de la creación del primer hombre, que fue creado a doble faz, espalda contra espalda, y es por ello que el Yod es presentado de espaldas y no de frente, tanto si mira para arriba como para abajo. Tú también Tsade, serás un día dividida en dos. La letra Tsade salió y se fue.
La letra Phé entro a su vez y formuló la misma petición, haciendo notar que la palabra Pedouth (Liberación, que un día Dios debe realizar en el mundo, empieza por un P). Dios de respondió: Tú eres digno en efecto, pero la palabra Pescha (Pecado), comienza igualmente por un P. Por otra parte, llevas la cabeza bajada, símbolo del pecador que, avergonzado, baja la cabeza y extiende los brazos.
A la letra Ayn Dios le respondió que con ella empieza la palabra Avon (Crimen), aunque la letra hizo valer el hecho que con ella empieza igualmente la palabra Anava (Modestia); el Santo, bendito sea él, le dijo: No me serviré de ti para operar la creación del mundo.
Cuando salió, la letra Samekh entró y formuló la misma petición, haciendo observar que el versículo que dice "El Señor sostiene a los que vacilan" comienza por una palabra cuya inicial es un Samekh (Sostén). Dios le respondió: Es precisamente a causa de tu destino que debes permanecer en tu lugar; ya que si te quitara de tu sitio para utilizarte en la creación del mundo, ¿qué sería de los que están a punto de caerse, puesto que se apoyan en ti? La letra salió inmediatamente.
A la letra Noun, que hizo valer que las palabras Nora (Teme) y Nava (Bello) comienzan por esta letra, Dios respondió: Vuelve a tu sitio, ya que es a causa de ti que el Samekh ha vuelto a la suya y apóyate en él, (el Noun siendo la inicial de Nophelin -los que se tambalean- en el versículo citado).
La letra Mem hizo valer que es la inicial de la palabra Melekh (Rey). Es verdad, le respondió Dios, pero no me serviré de ti para la creación del mundo, puesto que el mundo necesita un Rey; permanece pues en tu sitio con las demás letras que forman esta palabra, es decir, la letra Lamed y Kaph, ya que no es conveniente para el mundo que se quede sin rey. En este momento.
La letra Kaph, vivamente impresionada descendió del trono glorioso, diciendo: Dueño del universo, que te plazca utilizarme para la creación del mundo dado que soy la inicial de la palabra que expresa tu gloria, Kabod (Gloria). Cuando el Kaph abandonó el trono, doscientos mil mundos, así como el propio trono, fueron sacudidos, con tanta violencia que todos los mundos se vieron amenazados de desplome. El Santo, bendito sea él, dijo entonces a esta letra: ¿Oh, Kaph, Kaph, porque persistes en permanecer aquí? Vuelve a tu lugar, porque no me serviré de ti para operar la creación del mundo, porque eres la inicial de la palabra Kala (Exterminar). Vuelve pues a tu trono y permanece allí. Inmediatamente la letra salió.
La letra Yod entro y formuló la misma demanda, haciendo valer que es la inicial del nombre sagrado Yavé. Dios respondió: Ya te basta con estar grabada y marcada en mí mismo y de ser el punto de arranque de toda mi voluntad.
La letra Theith entro a su vez haciendo valer que era la inicial de la palabra Tob (Bueno) que es uno de los atributos de Dios. Dios le respondió: Tú no servirás en la creación del mundo, primero porque el bien que representas está encerrado, oculto en ti, tal como ha sido escrito: "Oh, cuán grande es la abundancia de tu bondad, que has ocultado a los que te temen", de modo que el bien se reserva para el mundo futuro; por consiguiente, nada tienes de común con el mundo que quiero crear ahora. Luego, porque es precisamente a causa del bien que ocultas en ti que las puertas del templo serán sepultadas en la tierra. En fin, porque tienes por vecina la letra Heith con la que constituyes la palabra que designa el pecado.
La letra Heith salió inmediatamente y entró la letra Zain, a la cual Dios dijo: no me serviré de ti, porque eres la imagen de la guerra, puesto que tienes la forma de un sable afilado y de un puñal, parecido a la letra final Noun.
La letra Vav entró, haciendo valer que formaba parte del nombre divino. Dios le respondió: Ya es bastante para ti y para tu vecina, la letra He, el que figuréis en mi nombre, de constituir el misterio oculto en mi nombre.
Las letras Daleth y Ghimel entraron a continuación. Dios les dijo: Ya basta para vosotros igualmente el permanecer juntas la una al lado de la otra, ya que siempre habrá pobres en el mundo a los cuales prestar socorro, ya que Daleth (Pobreza) designa al pobre y Ghimel (Socorrer) designa al bienhechor que asiste al primero. Permaneced pues la una al lado de la otra, para que la una alimente la otra.
La letra Beith entró a continuación y dijo: Dueño del universo, que te plazca servirte de mi para operar la creación del mundo, puesto que soy la inicial de la palabra Baroukh (bendito sea). El Santo, bendito sea él, le respondió: Es efectivamente de ti que me serviré para la creación del mundo y tú serás así la base de la obra de la creación. La letra Aleph permaneció en su lugar sin presentarse. Dios le dijo: Aleph, Aleph, bien que sea el Beith la letra que me sirva para operar la creación del mundo, tendrás compensaciones, ya que serás la primera de todas las letras y sólo en ti encontraré la unidad; serás la base de todos los cálculos y de todos los actos que se hagan en el mundo y no se encontrará la unidad en parte alguna, si no es en la letra Aleph. Es por ello que las primeras dos palabras de la Escritura tienen por iniciales dos Beith: Bereschit Bara (así se inicia el Génesis).
Kabaleb Apocalipsis
Apocalipsis, el camino del conocimiento (10, 2ª parte)
19:11
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