Apocalipsis, el camino del conocimiento (18)

1.- "Después de estas cosas, vi otro ángel que bajaba del cielo con gran poder, de cuya claridad quedó la tierra iluminada. Gritó con poderosa voz, diciendo: Cayó, cayó la gran Babilonia, y quedó convertida en morada de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y abominable porque del vino de la cólera, de su fornicación bebieron todas las naciones, y con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los comerciantes de toda la tierra con el poder de su lujo se enriquecieron". (Apocalipsis XVIII, 1-3). (sigue...)


2.- El anuncio que el primer Ángel le hiciera a Juan en el capítulo anterior, ha sido ejecutado. En los rituales de las sociedades iniciáticas se recoge este proceder, y vemos así como el Venerable Maestro dirigiéndose a sus oficiales, les dice: "Anunciad en vuestras columnas que me dispongo a cerrar los trabajos". Los oficiales cumplen el encargo, y el primer Vigilante, le dice: "El anuncio ha sido hecho Venerable Maestro". La divinidad siempre avisa al emprender una nueva fase de sus trabajos, y vemos que en nuestra sociedad el Aviso ha sido instituido: la fábrica avisa sus obreros con un toque de sirena del comienzo y del final de la jornada; los juzgados avisan del embargo que van a efectuar; los Estados avisan de que van a declarar la guerra; hasta al condenado a muerte se le avisa de que su petición de gracia, habiendo sido desestimada, se va a proceder a su liquidación.


3.- La señal aparece en el cielo -en nuestro cielo interno ante todo- de manera que todos la puedan ver, con tanta claridad, que resulte inconfundible. El Sol avisa de que el día comienza, y todos po-demos ver como súbitamente la tierra se ilumina. Avisa de que estamos en la mitad del día, cuando se encuentra sobre nuestras cabezas y el cuerpo pierde su sombra. Avisa de que el día se cierra, situándose en el ocaso. Y lo mismo sucede con la Luna, que nos anuncia el final de un ciclo de Trabajos al desaparecer en los cielos, y luego al comienzo de los nuevos trabajos y su progresión al abordar cada una de sus 4 fases.

Aquí se nos dice que la tierra quedó iluminada con el esplendor del Ángel. Se trata de nuestra Tierra Humana, a la que desciende un Ángel para que podamos contemplar lo que no veíamos en la ante-rior oscuridad. Ahora, con la luz del Ángel en nosotros, podemos ver lo que anuncian sus palabras: que la Gran Babilonia cayó.

Cayó esta gran ciudad que habíamos levantado nuestra psique y en la que, como ya hemos dicho anteriormente, todo encajaba a la perfección, gracias a una perfecta racionalización. Así vemos que sucede en nuestras ciudades, emanadas de nuestra organización psíquica, donde los problemas se solucionan creando otros problemas en otro sector, y cuando nivel de la problemática alcanza lími-tes insostenibles, se prohíbe su manifestación y se encierra, o si es preciso se degüella, a quienes la expresan.

Toda esa dinámica, convertida en leyes y reglamentos, respetabilizados y veneralizados por su antigüedad, forman ese mundo oscuro que los hombres heredan al nacer. Venidos al mundo en Babilonia, convertida por el paso de los siglos en la Gran Babilonia, la Respetada y Honorable Babilonia, aceptan como buena esa organización, procurando mejorarla dentro de las líneas de su dinámica.

Para darse cuenta de que no es la mejora del sistema lo que la ciudad necesita, sino la adopción de otro sistema, es preciso que un Ángel descienda del cielo y los ilumine.


4.- Entonces ven claro, o deberían ver claro esos que aún trabajan en Babilonia, y dejan caer la ciudad que ha sido generada con las fuerzas de abajo en esa Ramera complaciente que es el Ye-sod inferior.
Ver claro es saber interpretar los síntomas, y hacerlo con sentido común. No se necesita para ello haber estudiado parapsicología, ocultismo o ciencia hermética alguna, sino simplemente saber avanzar cuando las cosas salen bien y detenerse cuando las cosas salen mal. Lo que programa nuestro Ego ha de salir bien, porque el Ego dispone de Fuerzas, que él mismo ha movilizado, para que organicen las circunstancias de forma que su Designio encuentre en el mundo su perfecta ubi-cación. Los cínicos dirán que puede salir bien un atraco a un Banco; puede salir bien un crimen y el criminal quedar impune. Pero tanto ladrón como el criminal saben perfectamente, de antemano, que actúan mal, y en su gesto no hay confusión posible.

La confusión está cuando un individuo se mete en algún asunto guiado por algún oscuro interés, mientras se dice que si obtiene aquello, podrá hacer mucho bien, ser muy útil. Cuando, perdido entre los valores sociales y utilizando justificantes sublimes, se encuentra en la noche oscura, su sentido común a de saber interpretar las sencillas evidencias. Si lo emprendido le está saliendo bien, debe perseverar en ello. Si fracasa, si concurren circunstancias que lo inmovilizan, si los motores de su coche se paran cuando va a los exámenes, si su máquina de escribir se estropea al redactar una solicitud, es que está siguiendo un camino en dirección contraria al que intenta llevarlo su Ego. Y tiene que dar marcha atrás.

5.- O sea: cuando creemos hacer las cosas bien -no cuando sabemos positivamente que las hace-mos mal-, el cielo, es decir, el Ego, nos manda señales con las que pretende decirnos: "No, por aquí no". Esta sociedad Babilónica en la que vivimos, valora muy positivamente el tesón, el empeño, el esfuerzo, la lucha, y glorifica a los luchadores, los vencedores en dura competición, los héroes. Pero todas esas "virtudes" son las propias del mundo de abajo, porque el Designio del Ego no necesita que otros pierdan para triunfar, ni que otros se maten o mueran para que él pueda ser héroe.

Tal como el Árbol Cabalístico nos enseña, cuando la Voluntad de Kether se pone en funcionamien-to, se pone en marcha igualmente el Amor de Hochmah, gestador de las Circunstancias que han de permitir a la Voluntad encontrar su primera Morada, ofrecida por la fuerza Beith. Y así siguen los demás Centros, elaborando la criatura nacida de la Voluntad para que llegue a feliz término, sin que ello suponga quebranto y pérdida para nadie. Si algo nos cuesta un esfuerzo, un sacrificio conse-guirlo, es señal de que no estamos utilizando materiales de arriba, sino los materiales deteriorados de abajo. Y esto es válido en todas las ramas de la actividad humana. Debemos trabajar en aquello que ejecutamos con facilidad. Debemos estudiar aquello que aprendemos fácilmente. Si lo que hacemos nos cuesta sudor y lágrimas es señal de que el Designio de nuestro Ego no va por allí y de que estamos edificando Babilonia la Grande, esa ciudad que ahora se desmorona y se convierte en morada de demonios, de espíritus inmundos y de aves inmundas y abominables; esas aves que son Pensamientos, Ideas degradadas y que aparecen en nuestro cielo interno como elementos naturales, como si fuera lo más natural del mundo, pero proceden de la naturaleza subterránea, que ha subido a la esfera de nuestro Pensamiento y lo ha colonizado.


6.- Cuando las fuerzas de Arriba abandonan una empresa, el vacío es ocupado por las de abajo. En esta Babilonia la Grande, también la divinidad se encontraba presente, y es por ello que la Ciudad aguantaba. Aunque en nuestra ciudadela psíquica la organización corra cargo de los de abajo, la infraestructura ha sido pensada para que el Ego pudiera manifestarse en ella y un día ese Ego se manifestará. En la crónica sagrada vemos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, fue el que mandó destruir el templo de Jerusalem, dispersando los tesoros que se encontraban en él. Varias veces el Templo fue destruido y se reconstruyó. La historia de ese Templo es la historia de nuestros esfuer-zos por edificar la Ciudad Sagrada, y el estudiante debe conocer esa historia y tratar del tema en las reuniones. Todo empieza con la aparición, en nuestra naturaleza interna, de ese pastor llamado David que, sin contar con más medios que los de su valentía, derriba al gigante Goliath y se pro-clama rey de nuestro pueblo interno, de ese pueblo elegido que ha de llevar al Ego a su trono. Da-vid recibe de la divinidad las medidas del Templo, pero no puede edificarlo porque en sus manos hay sangre. Son muchos los hombres internos que tienen que morir para que la personalidad sa-grada pueda levantar su morada. Es Salomón, el hijo de David, quien edificará el Templo, llamando al Arquitecto, sin el cual nada puede ser edificado, o sea, uniendo las dos partes separadas del Ego, que habían trabajado hasta entonces dándose la espalda. La leyenda masónica nos describe las vicisitudes de esa construcción, el asesinato del arquitecto y nos dice como la obra quedó inacabada. Luego vemos cómo nuestro Salomón interno se corrompe en su vejez, como genera en centenares de concubinas. El Eterno no destruye su Reino por respeto hacia su padre, David, la fuerza engendrante con la que Jehová pactara. Pero cuando muere Salomón, la ciudad es invadida y el Templo destruido.

El Templo ha de ser la morada del Ego y desde esa morada ha de poder gobernar la ciudad. Si la ciudad psíquica vive de espaldas al Templo; si el Señor del Palacio no tiene ni voz ni voto en la organización de la vida de la ciudad, el que gobierna en esa ciudad profana acaba ocupando el Templo y dispersando las joyas que puedan encontrarse en él. El Ego se retira y, sin las energías espirituales que la aguanten, el Templo se desmorona.

Nabucodonosor, el rey profano, rige entonces la ciudad y en su historia vemos que, después de su locura y de su humillación, el rey accede a la comprensión de la obra divina. O sea que, como he-mos dicho tantas veces, la dinámica de los de abajo ha de conducirnos al descubrimiento del Ego y a la sumisión a sus mandatos. Es cuando esto no sucede así que se hace necesario que sobrevenga el Apocalipsis en nuestra naturaleza interna y entonces vemos cómo nuestra ciudadela psíquica se convierte en morada de demonios, de espíritus inmundos y aves abominables. Es decir, nuestros vacíos internos son invadidos por los depredadores, por las ratas, que se comen literalmente nuestras ideas, nuestros sentimientos y nos convierten en los ejecutores del caos, en los elaboradores de nuestra propia destrucción.

En condiciones normales, ya sabemos que somos nosotros quienes llamamos a los obreros al Trabajo y nuestros Vacíos Internos son ocupados por las Fuerzas reclamadas por nuestra Voluntad. Pero cuando, en la etapa final, seguimos viviendo como al comienzo de los tiempos, esas Fuerzas que acudían a la llamada de nuestra Voluntad, tanto si son de arriba como de abajo, ya se han ido, ya han terminado su jornada de Trabajo y sólo quedan disponibles las del fondo del abismo, los Retardados entre los Retardados los que han caído en una inmundicia de la que ya no van a levan-tarse. Son ellos quienes ocupan los puestos dejados vacantes y nos ayudan a proceder a nuestra propia destrucción, devorando nuestras conciencias, nuestro saber acumulado durante centenares de encarnaciones y dispersando los átomos de nuestro cuerpo de deseos, reduciéndolos a su estado primordial.

Esa Babilonia montada sobre las regiones inferiores del Mundo del Deseo caerá en la 6ª Ronda, pero ya está cayendo en esta 4ª Ronda, en los Trabajos Anticipados que se llevan a cabo.


7.- "Oí otra voz del cielo que decía: Sal de ella, pueblo mío, para que no os contaminéis con sus pecados y para que no os alcance parte de sus plagas; porque sus pecados se amontonaron hasta llegar al cielo, y Dios se acordó de sus iniquidades. Dadle según lo que ella dio, y dadle el doble de sus obras; en la copa en que ella mezcló, mezcladle al doble. En la medida en que se haya glorificado y entregado al lujo, dadle otro tanto de tormento y duelo. Ya que dijo en su corazón: Como Reina estoy sentada, yo no soy viuda ni veré duelo jamás; por eso vendrán un día sus plagas, la mortandad, el duelo y el hambre, y será consumida por el fuego, pues poderoso es el Señor Dios que la ha juzgado. (Apocalipsis XVIII, 4-8).


8.- Lo inferior, decíamos, vive gracias a lo superior que se encuentra disuelto en su materia. Esas regiones inferiores del Mundo del Deseo, en las que se encuentra asentada Babilonia, se constitu-yeron gracias a las energías Desperdiciadas de Arriba. Aquí vemos que ha llegado el momento en que lo de arriba vuelve arriba, provocando el desmoronamiento de ese submundo. Esa voz del cielo, del Ego, que dice "Sal de ahí, pueblo mío", está reclamando lo que es suyo, lo que a devolver, un día u otro, a la fuente de que emanó.

Si interpretamos este pasaje en términos psíquicos, podemos decir que nuestros Impulsos o Ten-dencias superiores, llamados Pueblo de Dios, trabajan en el Abismo para salvar lo que puede ser salvado. Es el Camino que siguió Cristo y que, por consiguiente, se encuentra impreso en nuestra dinámica interna.

O sea: A medida que avanzamos en nuestra evolución, se va formando en nosotros el Pueblo de Dios; es decir, van levantándose Tendencias que obedecen los Decretos de Dios-Ego, y su poder ejecutivo es cada vez mayor. Pero al mismo tiempo, hay en nosotros naciones, pueblos, ciudades, en las cuales esas Tendencias no tienen jurisdicción. Así vemos como personas que se comportan ejemplarmente en muchos sentidos, en otros dominios no pueden superar ciertos vicios. Mientras no me quiten el vino, dicen unos, todo lo que queráis. Para otros es el tabaco, la carne, el sexo; o son muy devotos y "cristianos", pero, esto sí, partidarios de los misiles y de la pena de muerte, "si es necesario". "Yo soy muy fraternal y lo comparto todo, dicen, pero a los asesinos hay que matarlos". Unos consideran natural que se mate al asesino; otros que se mate al enemigo del orden; otros al que sufre sin remedio; otros al que viene al mundo sin ser invitado, al que se le niega incluso la categoría de ser humano.

Hay zonas oscuras en nuestra geografía humana, y a ellas bajan las Tendencias sublimes, lo que en nosotros hay de Pueblo de Dios, para intentar llevarlas al orden.

Para bajar a esas profundidades, la Tendencia Sublime tiene que disfrazarse, presentarse con los ropajes en uso en aquella ciudad, para no ser extraña, extranjera y perder los derechos de expre-sión. De modo que, si por un lado hay conocimientos que sólo podemos asimilar si la experiencia que va a proporcionárnoslos nos viene al revés, servida por la Bestia y por los Luciferianos que administran su Fuerza, por otro lado nosotros mismos participamos en el salvamento de las Ten-dencias necesitadas de la Bestia, para liberarlas de esa necesidad. En los primeros tiempos de nuestra historia humana, eran los Ángeles quienes llevaban esta lucha por cuenta nuestra, pero a medida que nos Levantamos espiritualmente, somos nosotros mismos quienes lo hacemos. Hay un Pueblo de Dios en Babilonia tratando de cambiar el orden en la ciudad.


9.- Pero un día u otro tiene que concluir esa jornada de Trabajo y los obreros de Arriba serán llama-dos por sus Egos para que salgan de allí y dejen de evitar, con su presencia, que la ciudad se hun-da, puesto que no podría caer Babilonia si en ella se encontraran los justos que la aguantan con su presencia.

Entre esos Justos, los ahí que lo son integralmente. El hombre, al llegar al punto tratado en este relato. Debería estar ya integralmente del lado del Ego, y no tener en él ciudades babilónicas. Ya hemos visto que para muchos, es así, y que su vida es una canción. Éstos también bajarán a Babi-lonia, no para salvar a una parte de sí mismos, puesto que ya nada tienen que salvar, sino para ayudar a otros seres humanos en perdición.

Tanto los que trabajan por su cuenta como los que están al servicio de sus semejantes, tienen que abandonar Babilonia a la llamada de sus Egos, porque de otra forma quedarían contaminados. Ese peligro de contaminación es real e ineludible. Si lo sublime baja al mundo de lo corrupto para resca-tar Tendencias esclavizadas, y si para ello tiene que disfrazarse, es evidente que corre el riesgo de verse atrapado por lo corrupto, que lo traga y lo digiere. Ya hemos visto que la Razón y la Lógica actúan con mucha fuerza en el mundo de abajo, y si la Tendencia Sublime no ha echado dientes, si hemos lanzado al Trabajo imprudentemente a Tendencias bisoñas, poco aguerridas, la Bestia se las zampa y las utiliza en el fortalecimiento de su Babilonia. A veces, un amor malentendido hace que lo sublime se solidarice con lo corrupto, incrementando así su vitalidad.


10.- Salir de Babilonia no es una decisión que podamos tomar fácilmente, cuando tantos lazos humanos nos atan a ella. Ahora son muchos los ciudadanos pudientes que abandonan la ciudad para irse a vivir al campo, pero son pocos los que persisten en él. La pureza de aires del campo no va con ellos y realizan continuos viajes a la ciudad, o vuelven a ella, a menos que se pongan una granja de cerdos y lleven así al campo la pestilencia de la ciudad.

Sal pueblo mío para que no te alcance parte de sus plagas, dice la voz. Las plagas, o sea, ese mundo que habita en el fondo del Abismo, ya hemos visto que sale a la superficie en cuanto las fuerzas de Arriba abandonan sus posiciones, convirtiendo con ello la ciudad en Abismo. Las plagas no son pues un castigo divino, sino la consecuencia natural del abandono, por parte de las fuerzas de la Vida, de una determinada región que antes ocupaba. Cuando en un campo hay plagas, o cuando nuestro cuerpo se convierte en tierra propicia para bacterias y depredadores, es señal de que las energías de arriba no la están irrigando.

Y a nos hemos referido en otra lección a la frecuencia con que los espiritualistas sufren de los pies o de las piernas, indicio claro de que su comportamiento, sus actos, relacionados con los miembros inferiores, no van al unísono con la vida que irriga sus cabezas y, de algún modo, esos pies se han convertido en Babilonia a la hora del desmoronamiento. Hemos dicho también cuán difícil es que Malkuth actúe al unísono con Kether mientras el mundo divino siga derramándose sobre el humano. Cuando todo el cielo está plantado en la tierra, Malkuth y Kether sólo son Uno.


11.- Sus pecados se amontonaron hasta llegar al cielo y Dios se acordó de sus iniquidades, dice la Voz.

Normalmente, Dios no sea Acuerda del mundo subterráneo. El Ego-Dios va realizando su política, va enviando designios a su personalidad mortal y firma los compromisos pendientes con los Ánge-les del Destino, en el momento de encarnar, y espera a que vayan llegando las experiencias de abajo.

Pero si la perversidad de su Yo profano es tanta que al Ego no le llega nada porque las experien-cias, por su naturaleza, no pueden subir, Dios-Ego se acuerda de sus iniquidades y da las órdenes oportunas para que sus cuerpos le den un rendimiento.

Dadle según lo que ella dio, decreta Ego-Dios y dadle el doble de sus obras, y caen sobre Babilonia las energías deterioradas que ella misma ha producido, y más. Ya vimos en un anterior capítulo que los Desperdicios generan a su vez otros Desperdicios liberando energías que deben ser condicionadas en el Abismo, para que no alteren el proceso creativo normal. Al hablar del proceso de formación de esas energías desperdiciadas, dijimos que en las primeras encarnaciones como ser auto consciente, el Hombre desperdicia más Potencial Divino del que puede reabsorber al transitar por el Infierno al final de su vida física, de modo que el receptáculo infernal se va llenando cada vez más y el mundo de la Bestia es cada vez más fuerte. Luego, a medida que el hombre evoluciona, su Desperdicio de energía es menor y su capacidad de reabsorción es más intensa, de modo que el depósito infernal se va vaciando. Pero si ese proceso no se desarrolla con normalidad; si al cargar los de abajo al individuo con sus energías negativas, éste no las transforma en Conciencia; si con su acción pervierte otras energías, o sea, induce a los demás a no aprovechar las suyas, o rompe las bolsas materiales que contenían las que estaba utilizando positivamente, de manera que esas energías quedan al descubierto, dando lugar al famoso pecado de Onán, entonces sus obras generan más desperdicios que los liquidados, tal como ocurría el principio de los tiempos, y la divinidad ordena que esos Desperdicios le sean reintroducidos en proporción doble de lo que por costumbre se introduce. ¿Qué pasa entonces? Lo mismo que a una bombilla de 125 voltios cuando recibe una corriente de 220 voltios: se funde. Algo muy parecido ocurriría con esos hombres si fueran una terminal, pero como ellos mismos son transmisores de energía, se desprenden de aquello que les esquema y el mundo marcha a mil por hora. O sea, se produce lo que llamamos una aceleración de la Historia y el mundo se mueve como en las películas cómicas del cine mudo, a una velocidad auténticamente infernal.


12.- En la copa que ella mezcló, mezcladle el doble, sigue diciendo la voz.

Ya hemos visto que la mezcla de las energías creadoras con los componentes materiales de la columna de la izquierda es lo que permite a las cosas subsistir, y en un capítulo anterior hemos asistido al desplome del Cuerpo Etérico, cuando se le ha dado a la sociedad de la Bestia el Vino del Furor sin Mezcla, o sea, cuando la Vida ha sido separada de la Forma que la contenía. Aquí se procede al revés porque se trata de reincorporar al mundo de arriba lo que aún puede ser reincorporado; se trata de salvar el Cuerpo de Deseos, después de la desaparición definitiva y de la desaparición relativa del Cuerpo Etérico, puesto que éste será reconstruido en la 4ª Ronda del 5º Día.

La perversa Babilonia es experta en ese tipo de mezclas. Sabe conservar el Mal gracias a una ex-perta mezcla de Bien. Así vemos que en los hospitales, no se liquida al enfermo engorroso que es un plomo para su familia, sino que se le procura una muerte dulce para que no sufra. No se elimina al ser que viene al mundo porque molesta a los que ya están en él, sino para no condenarlo a una vida pobre. Las naciones no se arman para destruir, sino para defenderse en caso de ataque. En cada pieza del engranaje perverso de Babilonia, aparece una motivación noble que la justifica, y es esa nobleza la que permite a la Ley, la Norma, la Costumbre, subsistir. El bien se utiliza como mero ingrediente en la conservación del Mal. Pero si el bien sube de nivel en la copa del Mal, si la mezcla de Bien no es proporcionada, el tiro saldrá por la culata y el Mal quedará disuelto. ¿Qué ocurriría si el arsenal atómico de cada país les estallase en sus respectivos polvorines? Es una de las cosas que pueden ocurrirle Babilonia si el Bien les sube inesperadamente de nivel. También podría ocu-rrirle Babilonia que los abortos resultarán mortales a la madre, que las píldoras envenenaran a quienes toma; que el médico eutanasiador se muriera de repente; que los homosexuales contrajeran alguna enfermedad mortal. O sea, pudiera ocurrir que el ciclo del karma se redujera tan conside-rablemente, que en lugar de tener que aguardar otra vida para que la Causa surta Efecto, podría surtirlo de inmediato, gracias a la acción fulminante del Bien sobre el Mal. ¿Para qué esperar otra vida a que el misil te estalle en las narices? Te estalla desde ya, apenas lo tienes pulimentado, y así te das cuenta de tus responsabilidades, tanto si eres el "sabio" que lo concibe, como el técnico que le da forma, como el obrero que lo monta pieza a pieza. Hasta el botones de la empresa es responsable y en el tiempo apocalíptico tendrá su parte en ese gran festival del Bien sobre el Mal.


13.- En la medida con que se haya glorificado y vivido en el placer y en el lujo, dadle otro tanto de tormento y de duelo, sigue clamando la voz.

Ya hemos visto, a lo largo de esta Enseñanza, que todo está perfectamente equilibrado en el uni-verso. Todo tiene su polo positivo y negativo, y el placer es tan inseparable de su otro polo, el dolor, como lo es el lujo de la miseria. Pero Babilonia cree que esto no es así, y ha lanzado sus sabios al descubrimiento de la aspirina y a sus pensadores a la elaboración de la filosofía del placer. Sin embargo, la separación de ambos polos sólo es posible durante un tiempo, y mientras actúa en uno de ellos, se va potenciando el contrario, de acuerdo con la ley de la balanza, que al bajar uno de sus platillos, el otro sube. Resulta pues que el placer conduce inevitablemente al dolor, y el lujo, a la miseria. Babilonia es implacable contra esas lacras y ya hemos visto que para evitar el dolor es capaz de matar al paciente, y para evitarle la pobreza es capaz de impedirle nacer. Pero la dinámica natural hace irremediable el que Babilonia reciba todo el dolor potencial que la práctica del placer ha acumulado en su polo, y en toda la miseria a que ha dado lugar la búsqueda del lujo. Babilonias será un día sede de enfermos y harapientos, de cojos, ciegos, tullidos, mendigos pestilentes.

Esto debemos trasladarlo igualmente a nuestra Babilonia anímica, y si en nuestra psique han impe-rado criterios de placer y de lujo, nos veremos asaltados por las tendencias que busca lo contrario: el auto castigo y la pobreza. No se trata pues de una venganza decidida por un Dios exterior, sino que la voz del Ego anuncia el desencadenamiento de una dinámica natural, que tiene lugar en todos los seres humanos y que aquí, al final de los tiempos, se produce al unísono y sus efectos han de ser mucho más espectaculares que si los ricos y los pobres, los que gozan y los que sufren viven mezclados en la misma sociedad.


14.- Como reina estoy sentada, ya no soy viuda ni veré duelo jamás, dijo Babilonia, según manifies-ta la Voz. En las secciones de Evangelios ya tuvimos ocasión de hablar de las Viudas y dijimos entonces que se llama Viuda una Tendencia que ha perdido el impulso espiritual que le permitía manifestarse, tener descendencia. En la relación hombre-mujer, el hombre es el Fuego y la mujer el Agua, uno es el Yod el otro el He, expresado en términos cabalísticos. La ley mosaica exige, en caso de viudedad de la mujer, que sea esposada por el hermano del marido, o sea, la Tendencia más próxima a la desaparecida, para asegurar la fecundidad de la empresa-designio que el primitivo matrimonio representa.

Babilonia se define aquí como una reina en su trono, o sea, se identifica con su personalidad feme-nina y dice no ser viuda ni conocer duelo, lo cual equivale a decir que en alguna parte está un mari-do que no reina y que, por consiguiente, ha sometido. En Babilonia impera el He, impera el Agua, y no es que el Fuego haya muerto, se haya desentendido de la empresa, no. El Fuego sigue actuan-do, pero no en las funciones que le son propias, sino al servicio del Agua, al servicio de los senti-mientos, y para que éstos puedan reinar y ser el motor de toda actividad.


15.- En esa dinámica tenemos la explicación del porqué la realeza se transmite por línea masculina y no femenina, cuando los hombres obedecen a las leyes inspiradas por la divinidad. Ya sabemos que todos somos alternativamente seres de sexo masculino y femenino, de modo que no se trata aquí de machismos. Si el hombre es el Fuego y la mujer el Agua, es el Fuego el que ha de tener preeminencia sobre el Agua y bien hemos visto, a lo largo de estas lecciones, que el Trabajo Hu-mano consiste en reconciliar el Fuego con el Agua, de manera que este segundo elemento, que se expresa través de los Sentimientos, se someta a la Voluntad-Fuego que emana del Ego. Podemos decir que cuando lo que hay de mujer en cada uno de nosotros se entrega gozosa a lo que en nosotros hay de varón, nos encontramos en la recta final de nuestro camino evolutivo.

En cambio, cuando los Sentimientos son dominantes, cuando nuestra mujer interna quiere mandar, sentarse en el trono y someter al varón, es señal de que nos estamos acercando a Babilonia y em-pezaremos a respirar los hedores de la Gran Ciudad. Cuando la mujer se nos somete dentro, o cuando nos place la sumisión, si somos mujeres, también en la vida externa aparecerá esa dinámi-ca y hombre y mujer se encontrarán y serán felices, cada uno en su papel respectivo.

Cuando en un país hay reina o primera ministra, está claro pues que allí es Babilonia, y por muy bien que vayan aparentemente las cosas, se está preparando el Apocalipsis con todo su esplendor. En este punto vemos como a la reina de Babilonia le son anunciadas las plagas, la mortandad, el duelo y el hambre, para ser finalmente consumida por ese Fuego que representa el Poder del Ego-Dios, el que juzga lo que debe ser y que no puede permanecer postergado más que por un tiempo. Nada puede hacerse sin la Voluntad-Fuego y esa Voluntad, tarde o temprano volverá al Trono del que fuera desplazada por el poder emocional.


16.- "Llorarán, y por ella llevarán luto los reyes de la tierra que con ella fornicaban y se entregaban a lujo, cuando vean el humo de su incendio, y se detendrán a lo lejos por el temor de su tormento, diciendo ¡Ay, ay de la ciudad grande de Babilonia, la ciudad fuerte, porque en una hora ha venido su juicio!" (Apocalipsis XVIII, 9-10).

La Mujer-Babilonia morirá sola. Esos Reyes de la Tierra, que en un momento se ciñeron la corona y subieron al Trono de nuestra Voluntad, a llegar la catástrofe, se mantendrán a distancia y contem-plarán con un discreto Ay, ay, el fin de la Prostituta con la que tanto fornicaron.

Se nos dice aquí que la Voluntad Creadora abandona Babilonia cuando ve el humo de su incendio. Es lamentable que sea la evidencia de la destrucción lo que mantenga lejos de Babilonia esos Re-yes de nuestra Tierra Humana. Es lamentable que no se hayan desentendido de la Ramera antes de que todo esto suceda.

Los reyes de la tierra llorarán y se pondrán de luto por la ciudad que tanto placer les dio. O sea, que si se mantienen a distancia, es forzados por la dinámica de los hechos. La Voluntad ya no puede entrar en la ciudad perversa que ha generado, pero, "de corazón" está con ella, y por ella sus ojos lloran. Ya vimos en las lecciones de Evangelios que si la risa denota incomprensión, el llanto, por el contrario, significa que comprendemos y compartimos. En cuanto al luto, ponerse el vestido negro, color de Saturno, equivale a morir un poco con el difunto que nos deja; equivale a restringirnos, sacrificarnos, morir con el que nos deja en la medida en que podemos hacerlo permaneciendo en el mundo. Vemos pues que la Voluntad representada por los Reyes de nuestra Tierra Humana, sigue estando volcada sobre el placer que la Ciudad le ha dado. Pero, ¡ay de esos reyes!, ya no lo pueden experimentar.

Esto les sucede aquí a los Reyes de la Tierra, nos ocurre muy a menudo al final de cada etapa que vamos cubriendo: Ha desaparecido de nosotros el goce, ya no experimentamos el placer que nos producían ciertas cosas y sin embargo, nuestra Voluntad sigue deseándolas, aún sabiendo que ya no encontraremos en ellas la satisfacción que nos procuraban.

Ya no hay Babilonia, pero la Voluntad sigue anclada en sus puertas, contemplando su cadáver, mientras llora y se vincula a ella poniéndose de luto. Tenemos que sacar nuestros Reyes de esa contemplación. No basta con dejar de fornicar con la Ramera; es preciso que desaparezca de nues-tra nostalgia y de nuestro recuerdo.

No debemos esperar a que nuestro Ego formule su juicio y nos destruya el juguete que nos ha apasionado, sino que nuestra personalidad humana debe volver la espalda a la Ramera y ponerse a la disposición del Ego, a fin de que el Yo eterno no tenga que luchar contra sus personalidades episódicas mundanas.
17.- "Llorarán y se lamentarán los mercaderes de la tierra por ello, porque no habrá quien compre sus mercancías; las mercancías de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino, de púrpura, de seda, de grana; toda madera olorosa, todo objeto de marfil y todo objeto de madera preciosa, de bronce, de hierro, de mármol, cinamomo y aromas, mirra e incienso, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y coches, esclavos y almas de hombres. Los frutos sabrosos a tu apetito te han faltado y todas las cosas más exquisitas y delicadas perecieron para ti y ya no serán halladas jamás. Los mercaderes de estas cosas, que se enriquecían con ellas, se detienen a lo lejos, por temor de su tormento, llorando y lamentándose, diciendo: ¡Ay, ay de la ciudad grande, que se vestía de lino, púrpura y grana y se adornaba de oro, piedras preciosas y perlas, porque en una hora quedó devastada tanta riqueza! (Apocalipsis XVIII, 11-16).

Babilonia es obra de mercaderes. Ellos son los hijos que los Reyes de la Tierra han engendrado con la Ramera. El Ego infunde energías a sus vehículos mortales para que le traigan sabiduría, y cuando el retorno a Él, les pregunta qué es lo que aportan, los Tres Mortales le dicen: Lo hemos comprado todo y revendido a un alto precio. El que rige el cuerpo físico ha comprado tierra; el que rige el cuerpo emotivo ha comprado y vendido sensaciones, emociones; el que rige el cuerpo mental ha comprado y vendido ideas.

En el universo de la Ramera, el que emana de la Fornicación -y ya hemos visto que se llama así lo generado con las energías de abajo- las cosas tienen que ser nuestras para que nos interesemos por ellas y nos resulten portadoras de experiencias. Si nos arrebatan lo nuestro, allí es Troya. Que nos roben las cosechas, o el amor que antes habíamos despertado, o que nos plagien las ideas, y seremos capaces de tomar el fusil, y de la experiencia brotarán emociones, pensamientos y todo en nosotros se moverá. El que nada tiene es capaz de pasarse ocho horas diarias, y aún más, haciendo extras, machacando un clavo con un martillo durante toda la vida, con tal de poseer algo.

Y vemos así en nuestros días como esa súper-Babilonia que es los Estados Unidos de América, sacan de sus almacenes todos sus misiles y su napalm cuando les acecha el peligro de perder un mercado. El mercader de nuestra Babilonia de oro ya no vende belleza ni madera perfumada o pie-dras preciosas, o muy poca. Vende principalmente frutos que han perdido su sabor, productos tóxicos, bisutería, mucha bisutería que engalana los cuerpos sin añadirles valor.


18.- Pero la crónica se refiere más bien a los mercaderes internos que todos cobijamos en nuestra Tierra Humana; a los que compran y venden en ese vasto mercado que llevamos dentro. Cristo ya arrojó violentamente a los mercaderes del Templo, a esos que, en el mundo sagrado, suscitan el interés del devoto por lo profano, vendiéndole el mundo de abajo al que va en busca del mundo de arriba.

El mercader interno, como externo, crea necesidades en el cliente mediante la publicidad. Con sus artimañas embellece y hace apetecible ese mundo de abajo para vendérselo pedazo a pedazo a la clientela. O sea, que los Reyes de la Tierra engendran en la Ramera al Comerciante y éste crea toda una organización para interesar a la totalidad de Tendencias Internas por este mundo de abajo, impidiéndoles de esta forma interesarse por las cosas de arriba. Por ello es más fácil que un came-llo pase por el agujero de una aguja de coser, que no que un hombre rico entre en el reino de los cielos, mientras ese hombre rico éste ocupado en comprar y vender, ya que en cuanto entre en la placidez de Tauro y vaya acercándose a Virgo, su interés por lo material decaerá y los comerciantes lo perderán como cliente.

La organización mundana, ya lo hemos dicho muchas veces, es una emanación de nuestra natura-leza interna. El mercado, el comercio, están antes en nuestros átomos y si pudiéramos observarlos con un microscopio, veríamos como tenemos átomos pobres y átomos ricos, y como el rico mercader interno le exige trabajo y sudor al átomo pobre para venderle sus valores.

Cuando Babilonia se derrumba, los mercaderes internos pierden toda su fortuna. Pero se mantienen a los lejos, no son destruidos con la Ciudad-Ramera. De momento, quedan separados del mundo de arriba, del que se salva, esperando un destino, una función.



19.- "Todo piloto y navegante, los marineros y cuantos bregan en el mar se detuvieron a lo lejos, y clamaron al contemplar el humo de su incendio y dijeron: ¿Quién había semejante a la ciudad gran-de? Y arrojaron ceniza sobre sus cabezas y gritaron llorando y lamentándose, diciendo: ¡Ay, ay de la ciudad grande, en la cual se enriquecieron todos cuantos tenían navíos en el mar, a causa de su suntuosidad, porque en una hora quedó devastada!" (Apocalipsis XVIII, 17-19).

La Ciudad -la Ciudadela Psíquica- una vez construida, atrae hacia ella a muchas "gentes" que se encuentran lejos, que nunca han estado en ella, pero a cuyos oídos ha llegado el eco de su renom-bre. Atrae principalmente a los que están en el mar, es decir a los impulsos emotivos que se van formando, que navegan en nuestras Aguas-Emociones internas sin que hayan tocado aún tierra firme, sin que se hayan Establecido. Este fenómeno lo vemos en todas las grandes ciudades y bien podríamos decir que los que no han estado nunca en París, por ejemplo, tienen mayores deseos de vivir en París que los que ya están en ella, inducidos por el prestigio de su nombre. Así vemos que las ciudades crecen sin cesar y que las pequeñas aldeas se despueblan.

La enseñanza implícita que contiene este punto podríamos formularla de la siguiente manera: Cada uno de nosotros constituye una Ciudadela Psíquica que, según nuestro grado de desarrollo, se llama Sodoma, Sión, Nínive, Babilonia, etc. Esa Ciudadela atrae hacia ella todas las tendencias nacientes, a las que da trabajo y sustento. Si esta organización psíquica, que acaba controlando toda nuestra vida, en su triple aspecto mental, emocional y físico se corrompe; si la ciudad que lo mueve todo en nosotros es Babilonia, con sus fastos y sus lujos, esa Babilonia corrompida, hija de la Ramera con la que han estado fornicando todos los Reyes de nuestra Tierra Humana, esos Reyes puestos por los de abajo, nutridos con energías Desperdiciadas; esa Babilonia decíamos, captará toda la Vida que se desprende del Ego. Será como ese Dragón que vimos a punto de devorar al hijo que le iba a nacer a la Mujer Etérica. Todo lo que viaja en el mar de nuestras emociones, todo lo que se exterioriza desde Piscis, procedente del ciclo de Fuego y del de Agua, acabará en Babilonia, la ciudadela que nuestra mente humana ha elaborado, entresacando del elemento Aire la lógica y la Razón. Allí encontrará trabajo, cobijo y medios de vida el marinero y ya no buscará más allá. Se instalará, y la parte de Voluntad Creadora que ese "marinero" llevaba encima, que es la dote que el padre-Ego le había dado a ese Hijo Pródigo, la pondrá al servicio de Babilonia, con lo cual el nivel de corrupción no hará más que subir. Sólo la destrucción de Babilonia detendrá la marcha de esos viajeros. Al ver el humo de su incendio, cubrirán de cenizas su fuego interno, le darán un receptáculo material, sin esperar que sea Babilonia quién lo haga.

Todos los que contemplan desde lejos la destrucción de la ciudad, perciben el Humo de su Incen-dio. El humo es mortal porque se traga el aire y produce en el que lo respira la asfixia. Ya vimos que el elemento Aire fue, después del Diluvio, el que permitió a la mente naciente Entender el mensaje que el Ego nos daba a través del Fuego. Así el Aire ha sido el Mensajero del Fuego, pero también su traidor, su Judas, porque sólo nos ha dado una pequeña cantidad de lo que el Fuego transportaba, y al reducir su mensaje, lo ha desnaturalizado. Por ello el Aire no puede ser permanentemente el elemento que nos instruye. Ha de llegar un momento en que podamos captar el mensaje directamente del Fuego. Si no lo hacemos, el Humo aparecerá en nosotros y echará fuera el Aire. Es peligroso acumular en nuestra naturaleza elementos ígneos sin transformarlos, sin asimilar de ellos la potencialidad creadora y convertirla en actos. Si ese Trabajo Humano no se realiza, viene un momento en que ese Fuego arde y nuestra Babilonia se queda sin Aire. Nuestra capacidad de comprensión desaparece entonces y nos transformamos en humareda viviente. Hay ya entre nosotros Hombres-Humo, hombres que asfixian a los demás cuando se les aproximan, si es que estos infortunados no se han apercibido de su incendio y se han mantenido a distancia, como los marineros, los Reyes y comerciantes que un día reinaron y se enriquecieron en la Ciudad.


20.- Todos se asombran de que Babilonia haya sido devastada en una hora.

Los estudiantes de Astrología ya saben que cada hora del día está bajo la regencia de uno de los 7 planetas-Séfiras-Elohims activos en la creación del sistema solar. Estos planetas son Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio, Luna. Cada uno realiza un trabajo particular, y ya vimos al estudiar Saturno que este planeta-Séfira es el encargado de constituir el marco en el cual han de desarrollarse determinadas experiencias. O sea, Saturno pone el escenario y las leyes inherentes a ese espacio, las que son fruto de la configuración del terreno. Podemos decir pues que Babilonia es un don de Saturno y que se mantiene gracias al trabajo de este Séfira. La realidad de lo que estamos diciendo puede ser observada constantemente por los estudiantes de Astrología, y así vemos que cuando en un tema aparece un Saturno fuerte y bien aspectado, el marco humano en que se desarrolla aquella vida resiste todas las embestidas. Pero cuando encontramos un Saturno débil, el escenario se quiebra y el individuo tiene que salirse de él y constituir otro, que también se quebrará

Babilonia subsistirá mientras Saturno la siga aguantando sobre sus espaldas. Pero Saturno recibe su poder de Urano, que en la Mitología es su padre. En el descenso de las energías creadoras ha-cia las realidades materiales, vemos que de Kether pasan a Hochmah-Urano y de allí a Saturno-Binah, que se convierte en la Madre del Mundo. En la mitología esa captación de poderes es repre-sentada como una rebelión de Saturno, que extirpa con una hoz los órganos generadores de su padre Urano.

Así suceden las cosas en el periodo involutivo, pero al reinvertirse la corriente, es Urano quien toma de nuevo las riendas que le arrebatara su hijo Saturno, y entonces ocurre que en la Hora de Saturno el que se manifiesta es Urano, y el mundo, en lugar de recibir el poder consolidador de Saturno, recibe el poder de Amor de Urano y lo corrupto se ve demolido en una hora. La Hora de Urano, la Hora del Amor es aquella en que todo lo corrupto que hay en nosotros desaparece y nos vemos transformados, restablecidos en nuestra dignidad, todo funcionando en buen orden.

La Hora de Urano puede ser una hora de reloj, para Pablo, en el camino de Damasco, así fue. Pero la hora de Urano puede ser más larga. Es la hora de la destrucción de nuestra Babilonia interna y ha de caracterizarse por el dolor y los avatares que lleva consigo la destrucción de esa gran ciudad anímica. Es por ello que muchos de los que están en el camino de la Verdad sufren y están enfer-mos, porque su Babilonia se niega a morir de golpe y esta Hora del Amor, la hora de Urano, se eterniza en ellos y cada minuto de esa hora que pasa parece un siglo.


21.- “Regocíjate por ello, ¡oh cielo!, y los santos y los apóstoles, y los profetas, porque Dios ha juzgado nuestra causa contra ella. Un ángel poderoso levantó una piedra como una rueda grande de molino y la arrojó al mar, diciendo: Con tal ímpetu será arrojada Babilonia, la gran ciudad, y no será hallada. Nunca más se oirá de ella la voz de los citaristas, de los músicos, de los flautistas y de los trompeteros, ni artesano de ningún arte será hallado jamás en ti; la luz de la lámpara no lucirá más en ti, ni se oirá más la voz del esposo y de la esposa, porque tus comerciantes eran magnates de la tierra, porque con tus maleficios se han extraviado todas las naciones y en ellas se halló la sangre de los profetas y de los santos y de todos los degollados sobre la tierra”. (Apocalipsis XVIII, 20-24).

Regocijémonos, si, por este juicio de Dios, de nuestro Dios interno, claro está, de nuestro Ego, que destruye finalmente la ciudadela psíquica profana que se habían montado las tres personalidades de abajo y que le robaban al Ego todas las energías que les mandaba para continuar en vida. Finalmente, al Ego no le queda más remedio que entablar una lucha con esas personalidades suyas rebeldes, a la manera de Gary Cooper en "Solo ante el peligro", porque, o el Ego vence, o los Reyes del Mundo lo derrocan a él. Parece como si esto no pudiera ocurrir, como si Dios-Ego tuviera que salir siempre triunfante. El Apocalipsis ha sido escrito precisamente para advertirnos de que sí es posible, puesto que hemos visto como en las destrucciones sucesivas que se van operando, del cuerpo físico primero, del Vital después, y ahora del de Deseos, el Ego, ciertos Egos salen derrotados. Ya sabemos que la derrota de Dios es también la derrota de esos Reyes de la Tierra, que mueren en la catástrofe, ya que un cuerpo no puede vivir si le quitan el mundo del que está formado, su materia orgánica. El Ego es inmortal, no puede ser destruido, y cuando la Copia del Ego, constituida Abajo por los Reyes de la Tierra, le han arrebatado a ese Ego Eterno los contenidos experimentales que ha ido recibiendo, vida tras vida, de sus cuerpos mortales, es decir, cuando le han arrebatado el alma, el Ego vuelve a su estado de Espíritu Virginal para poder empezar, a partir de cero, en otro Día de Manifestación.

Aquí vemos que las Tendencias santas, proféticas, apostólicas, todas las que se identifican con el Ego, se regocijan de su victoria sobre la ciudad psíquica perversa. Los hombres de iglesia que han interpretado el texto apocalíptico, ven en él el triunfo de la Iglesia contra Roma, o sea, contra el poder civil. Pero Cristo vino sobre todo para decirnos que las relaciones del hombre con Dios es algo personal e íntimo. Dios no se dirige al hombre a través de una institución, como puede ser la Iglesia Católica, ni a través de un pueblo, como lo creían los judíos, y por ello lo crucificaron. Dios actúa en cada hombre mediante el Ego, que es Su Parte, lo que Dios Creador ha puesto en nosotros y, por consiguiente, esas luchas que el Apocalipsis describe, son luchas internas de unas tendencias contra otras. Ahora bien, como la historia externa no es más que la reproducción escenificada de nuestros conflictos internos, veremos cómo las Tendencias Internas se instituyen en la sociedad, agrupándose en un lado y en otro, según sean los Impulsos internos que dominan. Los defensores de la política del Ego no han creado aun su institución social, porque las iglesias llamadas cristianas, tal como hemos visto en esta larga reflexión sobre el cristianismo, utilizan el nombre de Cristo, pero no su dinámica. Siguen siendo sinagogas que han cambiado de nombre, pero no de mentalidad.

La política del Ego es la política de Cristo, puesto que Cristo vino a revelarnos las características de ese otro universo hacia el cual el Ego se dirige, o sea, Cristo vino a anunciarnos nuestro porvenir, dando un espaldarazo al pasado.


22.- Para darnos una idea de la fuerza con que Babilonia es desenganchada del carrusel evolutivo, Juan los hace ver a un Ángel arrojando una rueda de molino desde el cielo al mar; siempre a ese mar de los Sentimientos, que es el que nos ata al mundo de abajo. Babilonia se pierde en el mar, atada a esa rueda de molino que se le arroja desde lo alto.

Lo que pasa en realidad es que la cuerda que ata, por así decirlo, el mundo de arriba al de abajo, o sea, la franja que une las tres regiones superiores del Mundo de Deseos a las tres regiones inferio-res, se escinde, y mientras las primeras "suben" de nivel, las otras se precipitan en el abismo.

Se alude en este punto a los citaristas, músicos, flautistas, trompeteros, artesanos, lámparas, artis-tas todos ellos del mundo de abajo, al servicio de los Reyes de la Tierra. ¿Cuál es el poeta que no ha dedicado una oda al Rey o al Héroe, se llame César, Cid, Napoleón o Franco? El mundo de abajo lo copia todo y en la época actual tenemos un buen ejemplo de la actividad de los citaristas del averno. Jamás ha sido tan fácil para un artista grabar un disco. Pero de toda esa música del abismo, ¿qué queda de ella al cabo del año? Hay discos que nadie ha llegado a escuchar hasta el final. Esa música que ya no se llama música, sino sonido, es triturada por la fuerza de Repulsión, en espera de que la rueda de molino cósmica se la lleve, junto con sus autores a ese mar que se repliega y con el que desaparecerá.

También ese submundo tiene sus lámparas que le ponen luz a la oscuridad. Son lámparas que en un momento pertenecieron al mundo de Arriba y que no supieron evolucionar al mismo ritmo que ese mundo. Ya hemos dicho muchas veces que todo evoluciona sin cesar y que la Verdad de un día se convierte en error mañana. En la era del Toro floreció un esoterismo que en aquel tiempo era ambrosia para el hombre. Pero la Verdad del Toro quedó desfasada en la era del Cordero, como la Verdad del Cordero envejeció en la era de los Peces. Actualmente encontramos lámparas que si-guen proclamando una Verdad que se momificó hace 4000 años, la que los viene del hinduismo y el yoga, como si fuera algo actual. Y también los atascados en la era del Cordero pretenden ser portadores de una Verdad que sólo ellos conocen, y así podemos oír decirles que para saber de Cábala hay que pertenecer a la raza física de los judíos, lo cual es tan peregrino como si dijéramos que para cocinar un plato de macarrones, es preciso haber nacido en Italia. Estas lámparas no se dieron cuenta de que el mundo se movía, y en sus sucesivas encarnaciones han ido proclamando su inamovible enseñanza. El yoga constituyó para la humanidad nacida entre 6.000 y 4.000 años antes de ahora, un formidable instrumento de progreso, pero esas técnicas estaban encaminadas a conseguir algo. Lo que no tiene sentido es hacer yoga durante 6.000 años, como si hacerlo no fuera un medio, sino un fin en sí mismo. Lo que el yoga perseguía, la sociedad hoy occidental ya lo consiguió hace mucho tiempo. Esas lámparas se apagarán, arrastradas por la muela de molino arrojada desde arriba, y se asombrarán de su suerte, y se dirán: ¡Pero si yo me he ido al Tíbet a buscar la sabiduría y he sido iniciado por el Dalai Lama en persona! Otros dirán: ¡Pero si yo formo parte del pueblo elegido, y soy el único en el país que sabe de cábala! ¡Soy doctor, soy sabio entre los sabios! ¡Soy papa!

No se oirá más la voz del esposo y la esposa. En efecto, en el momento descrito en este pasaje el Hombre habrá conquistado su Unidad Interna y ya no habrá disidencia en él.

Los comerciantes de esa hora rodarán igualmente con esa piedra. Ya hemos visto que el espíritu comerciante era propulsado por una fuerza procedente del abismo. Comprar y vender es cosa de los de abajo y a medida que nos acercamos al otro universo, tenemos que ir desprendiéndonos de la idea de comprar y vender, no participando tampoco en la fabricación de objetos destinados a la compra o a la venta. Los comerciantes se han convertido en los magnates de Babilonia y sus male-ficios, sus falsos códigos de honor y honradez, han extraviado a las naciones, viéndose obligados, para prevalecer, a dar muerte a lo santo y profético que clamaba contra sus negocios en nuestra naturaleza interna. Ningún comerciante puede entrar en el Reino y mientras sintamos la necesidad de comprar y vender, por mucho que sepamos, por mucho que recemos, por mucho que, en muchos sentidos, estemos con un pie en el mundo de arriba, no podremos adentrarnos por esa puerta hasta que haya desaparecido en nosotros todo deseo de comerciar. Si ese deseo subsiste, rodaremos con la piedra que un Ángel poderoso, dentro de nosotros, arrojará.

Preguntas:

1.- ¿Cuáles son los síntomas que nos permiten comprender que estamos levantando Babilonia?
2.- ¿Por qué Babilonia se convierte en morada de demonios y guarida de espíritus inmundos?
3.- Comenta el pasaje el que la voz del cielo dice: "Sal de ella, pueblo mío"
4.- ¿Por qué es el Rey el que debe regir en la ciudad y no la Reina?
5.- Explica por qué los mercaderes se encontrarán atados a esa rueda de molino que un ángel arro-ja al mar.

1 comentarios:

Alfonso dijo...

Gracias por estos textos clarificadores