Apocalipsis, el camino del conocimiento (1, 1ª parte)

Como estamos pasando por periodo un tanto convulso en el que perdemos de vista las referencias que hasta ahora representaban nuestra seguridad, he pensado que es el momento apropiado para ir publicando, poco a poco, la obra que mi padre (Kabaleb) escribió con el nombre de: Interpretación Esotérica del Apocalipsis.

Veréis que se trata de un texto revelador y que está en plena actualidad. Trataré por mi parte de aclarar algunos conceptos para los que estén menos familiarizados con la cábala, para facilitar así su comprensión...

Son textos que en su día (hace 25 años) fueron distribuidos por fascículos entre los estudiantes de la escuela que fundó Kabaleb (ETU), sin haber llegado a ser editados todavía. Así que puede decirse que es la primera vez que ven la luz para el gran público. El Apocalipsis tiene 22 capítulos y cada uno de ellos está dividido en 22 puntos. Espero que los disfrutéis…

Capítulo 1

1.- "Revelación de Jesu-Cristo, que Dios le ha dado para mostrar a sus servidores

las cosas que pronto han de ocurrir y que ha dado a conocer por el envío de su mensajero a su servidor Juan, quien atestigua la palabra de Dios y el testimonio de Jesu-Cristo con todo lo que ha visto. Feliz el que lee y los que comprenden las palabras de la profecía y que guardan las cosas que en ella están escritas. Ya que el tiempo es próximo".

Con estas palabras comienza Juan el libro de la Revelación del misterio de Cristo y que, por espacio de dos milenios, ha sido el libro del Misterio, ese Misterio que ha de ser por fin realmente Revelado en el tercer Milenio del cristianismo, del que nos separan 17 años en el momento describir estos comentarios, en la Semana Santa de 1.983.

La palabra Apocalipsis significa Revelación de modo que el libro ha tomado el nombre de la palabra con que se inicia. Nos dice el texto que la Revelación viene de Jesu-Cristo, el cual a su vez la ha obtenido de Dios. Ya hemos visto en nuestros estudios cabalísticos, que el Centro Crístico de Arriba es el Séfira Hochmah, (aquí se está hablando del Árbol de la Vida, eje central de esa “ciencia” llamada cábala) de modo que el Dios citado en esta secuencia no puede ser otro que Kether, el Centro Supremo que está por encima de Hochmah, al que Jesucristo daba el nombre de Padre.



En el Padre-Kether se encuentran en estado potencial "las cosas que pronto han de ocurrir". De Él emana el flujo que, después de ser moldeado y torneado por los distintos Séfiras (centros del árbol), se convertirá en acontecimientos en Malkuth. Cuando la fuerza de Kether-Padre penetra en Hochmah-Hijo, se produce el sueño de las cosas a venir, ya que en la relación Kether-Hochmah, este último desempeña un papel negativo (entiéndase negativo en el sentido de una película de fotos, es el clisé de donde se tiene que revelar la foto), un papel de mujer que concibe de Kether la criatura que un día será humana, esa criatura que es la historia de todos los seres humanos y que en su día protagonizaremos en Malkuth.

En Hochmah se gesta la Voluntad de Kether y en él aparecen por primera vez las imágenes internas en forma de sueño, de ese sueño premonitorio que tenemos a veces, anunciador de un futuro próximo. En el proceso natural de elaboración de este Sueño Divino, Hochmah entregará la "criatura" a Binah, que interpreta, a nivel macrocósmico, el papel de la Esclava, que tantas veces aparece en la Biblia y en los relatos simbólicos, amamantando los hijos de su dueña o concibiendo por ella los hijos que la legítima esposa no puede tener.

2.- En la dinámica humana interna, el Sueño Divino se instala en Tiphereth-Sol, el Centro del que parten las fuerzas de la Voluntad que ha de escenificar el Sueño en el mundo físico, y de la Conciencia, que hará que sólo se integre en la memoria trascendente de nuestra vida aquello que es conforme al sueño de Kether-Hochmah, expurgando el contenido superfluo, a veces necesario para que el guión del Sueño Divino tenga coherencia.

Es por ello que la Revelación de lo que va suceder, se produce por la acción conjunta de Kether y Hochmah, o sea de Dios-Padre y de Cristo-Hijo, el primero produciendo la esencia del Sueño-Revelación, el segundo dando a esa esencia una forma.

La Revelación necesita un Mensajero que la transmita. Los traductores del Apocalipsis suelen convertir la palabra Mensajero en Ángel, pero como ya hemos visto al comentar los Evangelios (podéis leer la Interpretación Esotérica de los Evangelios en la web: www.kabaleb.com) , los mensajeros de Cristo son los Arcángeles, mientras que los Ángeles, expertos en Leyes, trabajan bajo las órdenes de Jehová-Binah.

Nada puede hacerse en el universo si una Fuerza no trabaja en la realización de aquello que se pretende, y por consiguiente, cuando nuestro Ego Superior, que es el representante de Kether-Hochmah en nosotros, considera que sus vehículos humanos están preparados para recibir la Revelación del porvenir, necesita un Mensajero para que lleve la Revelación y la instale en nuestros vacíos internos, aportándonos así la Vibración que hará posible la Palabra, la Escritura que relate el Sueño-Divino. Nos dará la tinta, por así decirlo, con la que poder escribir en nuestra naturaleza interna el Sueño Revelador.

3.- Nos dice el autor del Apocalipsis que el mensaje fue transmitido al "servidor Juan". Los comentaristas del libro han discutido mucho sobre si este Juan era el Evangelista o si se trata de otro Juan. En nuestros comentarios del Evangelio ya vimos que Juan es un estado de espíritu que aparece en el hombre en los momentos álgidos de su camino evolutivo. Juan Bautista es el estado de espíritu que pierde la cabeza para integrarse al Reino anunciado por Cristo: es su Precursor. Y el otro Juan, el Evangelista, es el único de los discípulos de Cristo que sigue al Maestro hasta el pie de la Cruz. Al final de cada ciclo de experiencias se encuentra un Juan que revela el porvenir. Juan Bautista revela que otro ha de venir con el bautismo de Fuego, a descubrirnos y activar ese Fuego Interno que ha de permitirnos asimilar el Fuego que cae del cielo, de Kether-Ego y que, para el hombre profano, para el habitante de Sodoma, es una calamidad (Sodoma es un estado de ser que se produce cuando vivimos nuestra vida inmersos en una rutina y un estrés y sin ser conscientes de nuestro verdadero potencial, si en ese momento se activa nuestro fuego interno, nos sentiremos muy incómodos, porque nos empujará hacia un cambio). Y Juan Evangelista revela los cambios que han de producirse en nuestra Tierra Humana cuando el Reino de Cristo haya sido instalado plenamente, sustituyéndose al mundo antiguo, una vez reducido a ruinas.

Ese Juan que revela está pues en el interior de cada uno. Es a ese Juan personal que Jesucristo envía su Mensajero y es ese Juan el que atestigua. El que un hombre, perteneciente a la Oleada de Vida humana, haya sido Juan antes que otros muchos tiene su importancia, claro está, porque ese Juan Histórico, ese Juan Primero, nos ayuda a ser Juanes, a convertirnos todos en Juan Revelador, Juan Apocalíptico. Pero no es el Juan Histórico el que nos abrirá los ojos con el texto que escribiera en Patmos, sino el Juan Interno. Mientras éste no aparezca en nuestra Historia Humana, el Apocalipsis seguirá siendo para nosotros una colección de imágenes que inspirarán a los pintores, a los cineastas, a los novelistas, pero el mundo interno no se moverá, no aparecerán en él los animales míticos, ni las ruinas y, por consiguiente nada nuevo podrá ser Revelado.

Cuando el servidor Juan aparezca en nuestra naturaleza interna, seremos testigos de la palabra de Dios y de Jesucristo porque veremos en nuestro interior el Sueño Divino. Lo veremos porque lo estaremos viviendo, lo estaremos escribiendo con nuestra propia vida, pero por muchas páginas que llenemos con esa historia, lo que escriba Juan, sólo Juan lo comprenderá. Felices pues los Juanes que entienden esas palabras y que guardan en ellos esa historia divina, ya que el tiempo está próximo y ahora podemos decirlo sin inducir en error a quienes nos leen, porque cuando fue escrito el Apocalipsis, la semilla de esos acontecimientos acababa de ser plantada. Ahora, transcurridos dos milenios, esta semilla ha creado poderosas raíces en nuestra Tierra Humana y la nueva planta desarraigará los fundamentos de nuestro viejo mundo y en sus ruinas aparecerá el germen del Reino.

4.- "Juan, a las siete Iglesias que están en Asia: que la gracia y la paz os sean dadas de la parte del que es, que era y que viene, y de la parte de los siete espíritus ante el trono y de la parte de Jesucristo, el fiel testigo, el primer nacido de los muertos, y el príncipe de los reyes de la tierra".

Son muchas las enseñanzas contenidas en esta secuencia. Los comentaristas se preguntan por qué Juan se dirige a 7 Iglesias de Asia, cuando en ese continente había muchas más. ¿Por qué siete? ¿Y las otras, qué?

Los que han seguido nuestros estudios ya saben que 7 es el número de los planetas de nuestro sistema solar. Siete son pues los Elohim o Espíritus ante el Trono que ayudaron a Kether a realizar su Obra. En este 4º Día de la Creación en que nos encontramos (en la cábala se dice que en el 1º Día de la Creación se crearon los minerales, en el 2º los vegetales, en el 3º los animales y en el 4º los seres humanos), y en los Trabajos Prácticos de la obra mundana, Urano (el planeta que rige el Séfira Hochmah) ha sido reemplazado por el Sol (que rige Tiphereth) y nuestra Tierra (Malkuth) es representada por la Luna (que rige Yesod). Así, esos 7 Espíritus que trabajan en la elaboración del ser humano, se suceden en el dominio de las horas por el orden siguiente: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y Luna (que es el orden que ocupan en el Árbol de la Vida). En su Trabajo cotidiano, esos 7 edifican en nosotros 7 Iglesias, es decir, 7 conjuntos de actitudes sagradas que veneramos y respetamos. De los 7 han salido igualmente los llamados pecados capitales o 7 pruebas (la avaricia, la gula, la ira, la soberbia, la lujuria, la envidia y la pereza), que describen modos de comportamiento tan sagrados como las partes positivas que les corresponden. En efecto, podemos hablar de una sagrada Soberbia, de una sagrada Avaricia, de una sagrada Gula, de una sagrada Ira, etc. Sagrada Ira es la que se manifiesta en las guerras, en las que vemos como unos hombres engalanados con uniformes, convenientemente adiestrados, dan muerte ritual a un enemigo tan sagradamente iracundo como él mismo.

Es a ese conjunto de actitudes sagradas instituidas en nosotros, por obra y gracia de los 7, en nuestro período involutivo, que Juan se dirige.

5.- Esas 7 Iglesias están en Asia, dice la crónica. ¿Por qué sólo se dirige a los de allí, cuando en Roma había ya comunidades cristianas? La razón es que esta Asia de Juan no es el continente conocido con este nombre, sino esa región denominada cabalísticamente Asiah y que constituye el llamado Mundo de Acción, donde se encuentra ubicado Malkuth.

Asiah está formado por las letras hebraicas Ayn-Shin-Yod-He. Fabre d'Olivet, que hemos citado a veces en nuestros trabajos, en su "Lengua hebraica restituida" dice que la raíz Ayn-Shin significa "Toda idea de conformación por agregación de partes, o a consecuencia de un movimiento inteligente, de una combinación, de un plan formado por adelantado en la voluntad. De ahí: una obra, una creación, una ficción, un trabajo cualquiera, una cosa; la acción de hacer en general".

La raíz Shin-Yod, dice Fabre: "Desarrolla la idea de tumulto y de calma, de movimiento y reposo, y de ahí viene el equilibrio, la proporción, la mesura entre las cosas. Todo ello se manifiesta en esta raíz poderosamente. En un sentido propio es una justicia rendida, un honor acordado al mérito. En etíope: un hombre".

La raíz Yod-He: "La vida absoluta manifestada, la Eternidad, el Ser eternamente vivo: Dios".

Tenemos así que Asiah es una creación humana, en la que después de haber pasado por la fase del tumulto se ha conquistado el equilibrio para, en una fase final poder manifestar en esa creación la vida Absoluta, la Divinidad. O sea, Asiah es el Malkuth capaz de reflejar a la perfección todos los demás Séfiras; la Tierra espejo nítido de la divinidad. Asiah es así ese continente que estamos preparando todos, en cuya elaboración todos los seres trabajan.

Si interpretamos ese nombre con las claves cabalísticas, que pueden encontrarse en mi libro “Curso de I. Cabalística a la Astrología y el Tarot, de ed. Indigo”, y en los comentarios correspondientes a los capítulos 5, 10, 16 y 21 del Evangelio de Juan, podemos añadir que Ayn-Shin-Yod-He representa el ser liberado (Ayn) que engendra en su naturaleza espiritualizada (Shin) la inteligencia divina (Yod-He) o la capacidad de comprender a Dios. En este sentido podemos decir que Juan se dirige al ser nuevo, al Hombre por cuya naturaleza ha pasado la corriente crística. Al ser que ha levantado los ojos hacia arriba después de haber salido de la sinagoga mundana y que va en busca de su Unidad.

Este ser humano, en las puertas de la Vida Eterna, se encuentra aún integrado a una de las 7 Iglesias, de los 7 Rayos sefiróticos, ya que en el período de regencia de Jehová los hombres han sido agrupados en 7 grandes bloques, cada uno bajo la dirección de un Elohim. Terminado este período, debemos salir de esas Iglesias, de esas Sinagogas, para ser Uno con Todos, como el Hijo y el Padre son Uno. Es a ese ser, camino de la unidad, que Juan se dirige.

6.- Juan se dirige a ese ser Nuevo de la parte de varias jerarquías espirituales que va nombrando. En primer lugar, del que es, que era y que viene. Volviendo a Fabre d'Olivet, la interpretación que nos da de Yod-He-Vav-He, es la del "Ser que se fue, que es y que será", de modo que ese primer Ser, de cuya parte Juan lleva el mensaje, es Jehová. Habla luego el nombre de los 7 Espíritus ante el Trono, que son los 7 Elohim que dirigen la evolución de los 7 Séfiras-Planetas. Habla después en nombre de Cristo, testigo del Padre y en nombre de Jesús, al que llama el príncipe de los reyes de la Tierra, entendiendo que es el primero entre los que han conquistado la realeza espiritual, el más alto iniciado en la oleada de vida humana.

Dirigiéndose a los 7 de parte de todas las jerarquías divinas y del más sublime de los hombres, su mensaje es unitario, es válido para toda la humanidad. No se trata de una Escuela, de una Vía, de un Sendero, válido para quienes se encuentran bajo el dominio de uno de los 7 Rayos planetarios, sino de un mensaje que se dirige a todos por igual, que concierne a todos por igual, aunque en el comienzo de la Obra, la Revelación se exprese en 7 cartas. Ya sabemos que toda nueva etapa empieza con la recapitulación de las anteriores. Juan se sitúa pues en el punto final de la multiplicidad y al principio de la Vida Unitaria; se dirige a los que están en Asiah, a los que han conseguido que la fuerza llamada Ayn sea portadora de simiente; sea el Padre de un nuevo mundo, cuya madre será el Shin; es decir, que ese nuevo mundo será gestado por esa naturaleza virgen, regenerada, en la que Dios y el ser humano actúan conjuntamente representada por la Fuerza Shin.

7.- "Al que nos ama, al que en nos ha desligado de nuestras faltas con su sangre, que hace de nosotros un Reino y constructores para Dios, su Padre: a Él la gloria, el poder por los siglos de los siglos. Amén".

Vemos en esta secuencia que Juan invoca a Cristo antes de pasar al relato de su visión. Ya sabemos que, de acuerdo con los mecanismos de Arriba, cuando invocamos una determinada fuerza celestial, esta tiene que acudir. Y acude, siempre que encuentre en nuestra Tierra Humana las condiciones adecuadas para poder expresarse. Es inútil invocar a seres sublimes si en nuestra Tierra no hay una morada adecuada para que puedan residir. Por ello es esencial que les construyamos antes un Palacio en nuestro fuero interno, porque si ellos tienen casa en nosotros, acudirán con toda seguridad a nuestra llamada. Mientras que si no lo tienen, es como si invitáramos a un querido Amigo a pasar unos días en casa y luego, al acudir se apercibiera que no hay tal casa, y que lo invitamos a dormir bajo un puente. El Amigo nos mandaría a la porra y volvería a su residencia con toda seguridad.

Al comenzar un Trabajo espiritual, debemos invocar la Entidad que ha de proporcionarnos la fuerza necesaria para llevarlo a cabo. Es de ellos, de los de Arriba, que recibimos los materiales para la comprensión de lo que ignoramos, y cuando se los pedimos, nos los tienen que dar.


8.- Juan termina esta invocación con un Amén, palabra con la que terminarían todas las Plegarias cristianas. Si la analizamos, veremos que difícilmente podríamos encontrar en la lengua sagrada, un vocablo que expresará con más fuerza el propósito de espiritualización que conlleva el Amén. En efecto, Aleph-Mem-Noun, formulado como un deseo del alma, es como si dijéramos: Que el Aleph penetre en el Mem y se infiltre hasta las profundidades del Noun. Como ya sabemos, el Aleph es una fuerza generada por Kether-Padre y contiene la Voluntad Suprema, el Potencial de todo cuanto existe. El Mem representa el mundo material en el que nos movemos, y el Noun es lo particular, lo pequeño de ese mundo, el extremo fraccionamiento de la Vida Divina. Si expresamos nuestro anhelo de que la Voluntad del Aleph llegue hasta el Noun, a través de la puerta del Mem, estamos pidiendo que Dios-Padre establezca su dominio hasta en lo más infinitamente pequeño. Cada vez que pronunciamos la palabra Amén, aunque sea sin tener conciencia de su significado, estamos aproximando el Padre al pequeño mundo fraccionario que es el nuestro.

9.- "He aquí, viene con las nubes. Y todo ojo lo verá, y también aquellos que lo han traspasado; y todas las tribus de la tierra se lamentarán a causa de él. Si. Amén. Yo soy el Aleph y el Tav, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el Todo-Poderoso Elohim-Sabaot".

Ya dijo Cristo que volvería con las nubes, y la doctrina esotérica nos dice que ese Mundo de las Nubes es el llamado Mundo Etérico, que será uno de los mundos en que viviremos en el 5º Día de la Creación (ahora estamos viviendo en la 4ª ronda del 4º Día), y en el que se desarrollará igualmente en la 5ª Ronda de ese 4º Día. Nos hemos ocupado de este punto en las lecciones de Evangelios y no vamos a repetir ahora lo que ya dijimos allí.

Ese retorno de Cristo será visible para todos, porque todos estaremos viviendo en ese mundo, pero mientras para unos esto será motivo de gozo, y entre esos privilegiados cabe incluir "los que lo traspasaron", los que le dieron muerte, se burlaron, lo maltrataron, porque penetraron en el Reino de Cristo por la puerta del Odio y de la Burla; para otros, los que se encuentran en estado de Tribu, se lamentarán. O sea, cuando el Reino de la Unidad se establezca en el mundo y sea visible para todos, los que persisten en vivir separados, demasiado contentos de pertenecer a una raza, a un grupo, a una comunidad, serán ciudadanos de segunda clase y se lamentarán de que esa Unidad haya sido constituida, porque no estarán en ella.

10.- Por otra parte, esas nubes que constituyen el Mundo Etérico, ya están en nosotros, las llevamos incorporadas en nuestro organismo y son el llamado Cuerpo Etérico, formado por los 4 Éteres: el Químico (controla la salud –Malkuth), el Vital (controla la fecundidad -Yesod), el Luminoso (el que controla los sentidos -Netzah) y el Reflector (el que controla la memoria -Hod). Estos Éteres constituyen la puerta de entrada de las Fuerzas de Arriba en nosotros, en nuestro organismo físico. Es a través de ellos que nuestro Ego Superior se conecta con sus vehículos materiales. Esto significa que ya estamos en posesión de las Nubes, en las cuales ha de retornar Cristo, una vez realizada su tarea purificadora en nuestra Tierra Humana.

Así, el Trabajo de Cristo, a nivel individual, consiste:

1º.- Predicar desde el exterior para que el que tenga oídos, entienda.

2º.- Penetrar en nuestro cuerpo físico con el sacrificio de su vida -sacrificio, porque no es lo mismo vivir a su nivel que hacerlo en nuestra prisión material- para regenerar el funcionamiento de nuestras partículas materiales y elevar su frecuencia vibratoria.

3º.- Resucitar en la Nube, o sea, en nuestro Cuerpo Etéreo para restablecer las conexiones con las fuerzas que trabajan en nuestros cuerpos superiores. A partir de aquí, Cristo va ascendiendo por nuestros cuerpos internos (por nuestro Árbol de la Vida personal) hasta llegar al Padre, o sea, en lo individual, a nuestro Ego Superior.

Así pues, si Cristo viene con las Nubes, con el advenimiento del Mundo Etérico, los ojos que lo verán serán los que puedan contemplar el mundo de las Nubes. Cada vez es mayor el número de seres que poseen la llamada Visión Etérica, aunque son muchos los que ven y no saben lo que ven; los que dicen ver extraterrestres o fenómenos que no consiguen explicarse. Por ello la Enseñanza de los Hermanos Mayores (los maestros) se orienta ahora hacia la explicación de esos fenómenos, a fin de que los seres humanos no naufraguen en la confusión.

Cada vez son más, pues, los que están en condiciones de percibir a Cristo en su Retorno. Pero, si ahora ese apercibimiento es subjetivo, individual, y su experiencia no se puede transmitir, un día el fenómeno será objetivo y todos los ojos lo verán, porque ya no habrá tierra física y viviremos todos en una Tierra Etérica, es decir, en las Nubes. Y se lamentarán aquellos en los que Cristo no ha podido realizar su obra redentora porque sus conexiones con el mundo de Arriba no serán buenas y no estarán en condiciones de utilizar todos los recursos que la esfera de las Nubes nos reserva. Amén, escribe Juan, o sea, Así Será, así el Aleph penetrará hasta los confines del Noun para regenerarlo.


11.- Yo soy el Aleph y el Tav, el Alfa y el Omega, el que está en el y el Principio y en el Fin de toda fuerza creadora y estructuradora, el Dios del presente, del pasado y del futuro, el Dios de las 22 Moradas, diverso en cada una de ellas, presentándose al Alma bajo distintos Rostros, en función del trabajo que en aquella estancia se deba realizar, hasta llegar al Tav, donde la Unidad Divina se ve restablecida.

Soy el Todo-Poderoso Elohim Sabaot (Tsade-Beith-Aleph-Vav-Tav), acaba diciendo el Señor Dios en el anuncio de Juan. Elohim-Sabaot es el nombre que se da al Elohim residente en Hod y que preside el Coro de los Arcángeles. La palabra Sabaot se traduce convencionalmente como Dios de los Ejércitos. Se trata aquí de los ejércitos divinos que Elohim-Sabaot conduce a la victoria. También el Elohim residente en Netzah lleva el nombre de Adonai-Sabaot, de modo que hay en el Árbol de la Vida dos Sabaots, uno a la izquierda y otro a la derecha, encargados de conducir a la victoria a nuestros ejércitos divinos internos, o sea, los múltiples impulsos que nos vienen de los demás Séfiras. Los Sabaot los establecen en nuestra realidad material, les dan protagonismo en el mundo físico.

Si estudiamos más de cerca las fuerzas que componen este nombre (las letras del código hebraico), veremos que la primera de ellas es el Tsade, que se encuentra al final de la 2ª fila horizontal de letras que figura en nuestra Tabla. Esta segunda hilera representa, en su conjunto, el Mundo de Creaciones, gobernado por Hochmah y en el que actuamos con nuestros Sentimientos o Deseos. El Tsade, fuerza terminal de este ciclo, es la que cristaliza, que instituye ese Mundo. En esta palabra vemos que el Tsade se interioriza en el Beith, que es la letra-fuerza que Dios eligió para iniciar su Creación, y que de esa unión resucita el Aleph quien, por el canal del Vav, la fuerza transmisora, fecundadora por excelencia, alcanza el Tav, o sea, el estadio final de la Obra.

Sabaot es pues el que instituye en nuestro mundo físico a Hochmah (el séfira del amor y el centro crístico), el que establece el Reino de los Deseos, o sea, el que nos lleva a vivir a ese Mundo del que hemos hablado ampliamente en las últimas lecciones de Evangelios. Del mismo modo que en la Mitología, Mercurio es el mensajero de los dioses, el encargado de llevar a los hombres los decretos divinos, aquí Sabaot, el Elohim residente en Hod-Mercurio, con sus legiones de Arcángeles, es el encargado de iniciar la revolución que ha de terminar con el viejo mundo para situarnos en este nuevo Mundo de los Deseos que Cristo vino a anunciar.

Kabaleb