Apocalipsis, el camino del conocimiento (6, 1ª parte)


1.- "Estaba mirando cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos y había uno de los cuatro vivientes que decía como de una voz de trueno: ¡Ven! Miré y he aquí que ha aparecido un caballo blanco. El que lo montaba tenía un arco; le fue dada una corona, y partió vencedor y para vencer". (Apocalipsis VI, 1-2)...

Con este 6º capítulo, consagrado al Phe y al Vav, empieza la fiesta. Comienzan a correr esos 4 Caballos que, traspasando los confines del mundo sagrado, han cabalgado en las novelas, en el cine, los pintores los han inmortalizado en sus lienzos y se han establecido en el lenguaje coloquial. ¿Quién no ha oído hablar alguna vez de los cuatro jinetes del Apocalipsis? Al sondear el misterio de ese 6º capítulo de la Revelación de Juan, que es al mismo tiempo el misterio de la letra Phe de retorno y de la lámina 17 del Tarot, debemos empezar por entender lo que representa el Caballo.

Si acudimos a los Mitos, que son relatos inspirados por las entidades divinas, como lo es el Apocalipsis, vemos que el Caballo es un don de Neptuno-Poseidón. Nos dice la crónica mitológica que cuando la diosa Atenea y el rey del Mar competían por obtener el patronazgo de la ciudad de Atenas, Neptuno hendió la Tierra con su tridente y de esa herida apareció un Caballo, que era la ofrenda del Dios a la ciudad. Perdió sin embargo la competición, pero ahí quedó el caballo que, desde entonces, estaría presente en todas las guerras

de los hombres y sería por excelencia el portador del jinete, el que aguanta la parte superior, la parte divina del hombre en su combate esencial. Allí lo vemos en nuestras corridas de toros, llevando sobre sus lomos al picador, al que debilita la bestia y propicia su muerte en manos del hombre de luces.

2.- Neptuno produciría aún otros caballos míticos, uno de ellos, Areión, en colaboración con Demeter, la diosa que representa el signo de Virgo y a la que ya nos hemos referido alguna vez en esta Enseñanza. Dice la crónica mitológica que Neptuno-Poseidón, enamorado de Demeter, la seguía por todas partes cuando ésta recorría la tierra entera en busca de su hija Perséfona, raptada por Plutón-Hades. Molesta por esa presencia, Demeter se transformó en yegua y se metió entre una manada de caballos para despistar al Dios del mar, pero lejos de conseguir su objetivo, Neptuno se transformó a su vez en caballo y violó a Demeter-yegua, naciendo de ese atropello el caballo Areión.

Otro caballo, esta vez alado, Pegaso, nacería de la sangre de la Medusa, después de haber tenido relaciones con Neptuno, por lo cual se considera a Pegaso como hijo de este Dios. No es ahora el momento de interpretar estos mitos, que citamos únicamente para señalar la relación Neptuno-Poseidón con el Caballo. Para saber lo que significa sólo nos faltará tener una idea precisa de lo que Neptuno representa en términos mitológicos.

3.- En la Mitología griega, Poseidón, que así se denomina Neptuno en ella, es hermano de Zeus-Júpiter y, por consiguiente, hijo de Kronos-Saturno. Era una de esas criaturas que Saturno se iba tragando a medida que iban naciendo, para que no pudieran derrocarle, y Júpiter, cuando lo derrocó, se las hizo vomitar. Fue al salir de la entraña de Saturno, que Júpiter le concedió el dominio del Mar, constituyendo la tercera generación de dioses marinos. En efecto, vemos que Pontos fue el Dios de las aguas primordiales; Nereus fue el regente de las aguas intermedias, y Neptuno-Poseidón el que gobierna las aguas en su tercer escalón, por mandato de Júpiter. Hablando en términos cabalísticos, podemos decir que Neptuno rige las Aguas en su estadio Vav.

A lo largo de estos estudios ya hemos asistido a la lucha del Agua contra el Fuego, y hemos visto que es la lucha de nuestra naturaleza Emotiva contra el Designio de nuestro Ego-Dios. Hemos visto igualmente cómo esas Aguas, después de intentar destruir el propósito divino, se someten a su mandato y se convierten en su principal aliado. Este sometimiento se realiza en el estadio Vav, de modo que Neptuno representa ese estado futuro en el que la naturaleza humana será Hermana de la divina, como hermanos son Neptuno y Júpiter o, expresándolo en términos griegos, Poseidón y Zeus.

Cuando nuestras Aguas sean neptunianas, ya no habrá dos voluntades en nosotros, ya no habrá dos fuentes de gozo, una proveniente de las Emociones y de sus cinco caminos que son los Sentidos, y otra proveniente del mundo divino. El único placer será entonces el de la Contemplación del paisaje cósmico; un placer del que recibimos a veces un destello al contemplar una puesta de Sol o un paisaje cuando las armonías de Tauro convierten la Tierra en obra de arte al advenir en nuestros calendarios el mes de mayo. En esa Contemplación neptuniana, no nos limitaremos a ver, a percibir sinfonías de colores, sino que percibiremos su vibración; percibiremos ese mayestático concierto interpretado por las esferas en movimiento, compuesto por las notas que aportan las criaturas, que aporta toda la Vida en su diverso Oleaje. Y esa música suscitará en nosotros la Comprensión de la Obra, su Sentido, su Finalidad. Veremos las legiones divinas construyendo el Templo del Universo al Son de un esplendoroso concierto. Por ello Neptuno, el planeta, cuando transita por puntos esenciales de nuestra geografía humana, nos Inspira o nos Revela, según nuestra capacidad de percepción interna.

4.- Pero Atenas, como decíamos, rechazó el patronazgo que Neptuno le proponía. Atenas esa ciudadela psíquica, es esa Nueva Jerusalem que todos edificamos lentamente, en un estadio aún rudimentario. Nuestra Atenas no puede aún contener a Neptuno, no puede levantar su estatua en su faz positiva. Sólo si Neptuno se degrada, si su fuerza aparece mitigada, podrá ser utilizada por los hombres de la ciudad, y el Dios se ve obligado a hendir su tridente en la tierra, ese Tridente que representa la Unidad reconquistada después de haber vivido las tres fases, para que surja de ella el Caballo, que representa así un Neptuno disminuido, de segunda división.

Su historia amorosa con Demeter es una nueva constatación de esa imposibilidad de la Tierra-Demeter de absorber las energías positivas del Dios de las Aguas Sublimadas. Sólo podrá engendrar en ella en su aspecto inferior y en su naturaleza animal. Y cuando una mujer, la resplandeciente Medusa, acepta la unión con el Dios en el templo de Atenea, en lugar de convertirse en ese ser que Contempla y Comprende, anegado de placer divino, se transforma en un monstruo que hiela la sangre, prueba viviente de que la fuerza neptuniana no ha sido bien interiorizada. Pero cuando Perseo, el Héroe que en el relato mitológico ocupa el puesto del Cordero Degollado, cortará la cabeza de esa Medusa, de su sangre nacerá el caballo alado, capaz de arrancar al hombre de la tierra y transportarlo al cielo.

5.- Diremos así que el Caballo, en su sentido mítico, representa las fuerzas desperdiciadas de Neptuno. Y Neptuno es, en su aspecto positivo, el 3 en 1; su Tridente aparece en la letra Shin que, como sabemos, representa la unión de la naturaleza divina, la del Padre-Hijo con la humana, o sea, que Neptuno es el manantial de energías unificadoras que todavía no podemos captar en su aspecto positivo. Entonces esas energías "caen" al mundo subterráneo y nos son suministradas desde abajo, recibiendo el nombre de Caballo.

Podemos pues traducir el término Caballo por fuerza psíquica que nos impulsa a la conquista de la Unidad, a la conquista de lo Superior, del Mundo Divino, de la Gloria, del Amor, de todas las Virtudes superiores, pero desde planteamientos humanos, desde la polaridad negativa. Ya vimos, al estudiar el tema de la Pascua en la Interpretación Esotérica de los Evangelios, que la Luz penetra en nosotros por la puerta baja de la Razón, no por Aries, sino por Libra. De igual modo, la fuerza unitaria de Neptuno nos penetra mediante ese Caballo que, cuando cabalga en nuestra naturaleza interna, nos arranca de la vida prosaica y nos lanza por caminos sublimes. El Caballo se manifiesta en nosotros como un Ardor que nos levanta y nos lleva más deprisa de lo que nos permiten nuestros pies, encumbrando nuestra naturaleza psíquica y lanzándola al combate. En esa mítica guerra de Troya que vivimos todos, el Caballo es el que lleva el Héroe a la victoria y para tomar esa ciudadela, esa Troya, cuyos muros el propio Neptuno construyó, les fue preciso a los griegos construir un Caballo de madera, en cuyas entrañas se encontraban los guerreros.

En el Tarot aparecen también esos 4 Caballos del Apocalipsis, montados por 4 Caballeros. Ya vimos en el 2º Curso que representan lo que estamos tejiendo con el Otro, y aparecen allí donde hay lucha, donde hay acción portadora de conciencia; aparecen en los puntos en que nuestros múltiples Yos cabalgan y avanzan hacia una mayor sabiduría y comprensión.

A veces nos quedamos sin caballos, que quizá mueren reventados por una larga cabalgata, porque nuestra guerra es demasiado cruel y el caballo nos dice adiós. Es un mal presagio para nosotros, porque si no podemos recibir de Neptuno su fuerza unitaria positivamente, recibámosla por su vertiente negativa; seamos esa yegua en que se transformó Demeter, y si ni aún así consentimos en que Neptuno nos insemine, dejémonos “violar” para que el Caballo pueda nacer en nuestra naturaleza interna. El ser que no tiene aspiraciones superiores, el que no tiene inquietudes y afanes, es que no tiene caballos y se encuentra en esa fase en que Demeter huye del Dios que le sigue enamorado. El Amor de Neptuno sigue esperando la hora de la sublime violación.

6.- Vemos en ésta secuencia del Apocalipsis que uno de los cuatro Vivientes le dice a Juan con voz vibrante "Ven" y aparece un jinete montado en un caballo blanco, al que le fue dada una corona y partió vencedor y para vencer.

El primero de los vivientes que lo llama internamente es el que representa el Elemento Fuego. O sea, en la batalla que el Cordero Degollado está dispuesto a librar para obtener su pasaje al otro mundo, empieza por soltar el caballo de Fuego. Ya sabemos que todas las fuerzas divinas se manifiestan en las distintas esferas que constituyen los escenarios de nuestra vida. Así, esos Caballos o Energías Desperdiciadas de Neptuno, actuarán -y lo harán de distinto modo- en el Fuego, en el Agua, en el Aire y en la Tierra. El Caballo Blanco es el de Fuego y sale en plan de vencedor. Evidentemente, si hay "alguien" en nuestra personalidad que se "levanta", si aparece ese de la tribu de Judá resolutivamente dispuesto a dar el golpe y pasar a la otra columna, es que nuestra naturaleza interna se encuentra lo suficientemente madura como para que el jinete que monta en el Caballo Blanco obtenga el triunfo. Sin embargo, no es seguro, porque si lo fuera, ya no serían necesarios los demás jinetes. Ya vimos, en el itinerario seguido por Cristo en la tierra humana, que al transcurrir por las distintas moradas, unos lo escuchaban y se convertían, mientras que otros tomaban piedras para lapidarlo.

El Caballo de Fuego no ha de causar desperfectos ni catástrofes en nuestro mundo interno. Es el portador de las más altas virtudes, aunque se trate de energías Desperdiciadas. Es el que, en su cabalgata por nuestra Tierra Humana nos insufla Voluntad. En este sello que el Degollado ha abierto se encuentra escrito todo lo maravilloso y exaltante que hemos Establecido a lo largo de nuestras vidas. Lo que hemos levantado con nuestra Voluntad, lo que hemos ayudado a Establecer en los demás se derrama sobre nuestra naturaleza, produciendo en ella el Afán, el Ardor de romper con nuestro pasado y ser Dignos de entrar totalmente, no a medias, en ese otro universo. La Voluntad Ejercida es el Caballo Blanco que hemos construido, como los guerreros de Troya construyeron aquel que les permitió conquistar la ciudad. La Voluntad cabalga en nosotros y se infunde aquí y allí, en los puntos en que es necesaria, venciendo sobre la inercia y llevando a la victoria todo cuanto hay en nosotros que aspira a la Unidad.

7.- "Cuando abrió segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía ¡Ven! Y salió otro caballo rojo. El que lo montaba recibió el poder de llevarse la paz de la tierra, a fin de que los hombres se degollaran los unos a los otros, y le fue dada una gran espada". (Apocalipsis VI, 3-4).

El segundo de los elementos es el Agua y ese color rojo del caballo es el de Marte, regente del signo de Escorpio, donde los poderes del Agua adquieren su máxima concentración.

Lo que sellamos con el Agua tiene que morir. El Caballo de Agua siempre se lleva la paz de nuestra Tierra Humana. Por sublimes que sean las fuerzas neptunianas desperdiciadas, cuando trabajan en la elaboración de nuestro mundo sentimental, lo hacen barriendo hacia dentro. Lo sublime, cuando se junta con el egoísmo, da lugar a la lagrimeantes novelas folletinescas. Cuántas veces vemos a caballeros luchando para rescatar de las garras de los ogros a ciertas damas oprimidas, y a veces su justicia va hasta dar muerte a quienes las tiranizan.

El caballo Rojo es el que tiene la misión de exterminar todo lo Establecido en nosotros, a lo largo de todas nuestras vidas, por las pasiones tiene que conseguir que los "hombres" pasionales se degüellen unos a otros y se desangren, perdiendo fuerza. Poniendo en los Sentimientos el Afán de Pureza, las pasiones se darán muerte entre sí.

A ese jinete le fue dada una gran espada, dice Juan. Ya sabemos que la espada es el símbolo del Discernimiento, de la Razón, exterminadora de las pasiones. Debemos entender pues que éste segundo jinete posee en gran medida, la capacidad de discernir y de ver aquello que en nuestro mundo emotivo tiene que morir y aquello que puede ser salvado.

Cuando el Caballo Rojo inicia su cabalgata por nuestra naturaleza interna, las Fuerzas que alimentan nuestros Deseos ya pueden ponerse a temblar porque se verán aniquiladas de nuestros Vacíos Internos y el jinete que monta el Caballo Rojo impondrá su Ley; es decir, las aspiraciones sublimes del Alma Emotiva dispondrán de las fuerzas psíquicas necesarias para eliminar de nuestro Cuerpo de Deseos todo lo que no es conforme a la dinámica de ese continente humano en el que vamos a vivir.

8.- El jinete que monta el Caballo Rojo, ¿llevará la guerra a nuestra sociedad? Los artistas que han tratado este tema así lo han visto, y con ellos algunos místicos entre los más relevantes.

Ya sabemos que el mundo externo es una copia, en positivo, del mundo interno. Todo cuanto existe en la Tierra es algo que antes hemos deseado con gran intensidad. A lo mejor ahora estamos luchando a brazo partido contra algo que nosotros mismos hemos elaborado con nuestra naturaleza-deseo; algo que hemos promovido, sobre lo cual hemos reinado y que ahora nos somete y esclaviza. Cuando el Caballo Rojo conduce su jinete al exterminio de esas Fuerzas-Deseo, esto hará que nos desinteresemos súbitamente de aquello en que estábamos poniendo todo nuestro empeño; aquello que movilizaba el grueso de nuestras fuerzas. Entonces el edificio que estábamos levantando detendrá su avance, en lo que nuestra participación se refiere. ¿Cómo van a tomárselo los demás, nuestros compañeros de tajo? En el ejército, al soldado que tira su fusil en plena batalla y abandona la lucha, se lo fusila (en tiempos de guerra). El cambio de orientación de nuestro mundo emocional puede tener para nosotros consecuencias dramáticas.

Lo que no cabe es la interpretación común que suele darse a esta guerra anunciada, o sea, que es el mismo Dios quien lanza, en furiosa cabalgata a un grupo de siniestros jinetes con la misión de exterminar a la humanidad, salvo un pequeño grupo de elegidos. Es en nuestra naturaleza interna que el Dios-Ego actúa y lo hace cuando se levanta en nosotros mismos ése de la tribu de Judá que ha aceptado que su sangre, sus energías internas, se derramen sobre las Múltiples Tendencias para salvarlas del naufragio que se avecina.

9.- Si el cambio de orientación que esto supone es factor desencadenante de una guerra en el mundo social, esto ya es harina de otro costal.

El Apocalipsis nos refiere lo que sucederá al final de un mundo, y ya Cristo advirtió que cuando ese tiempo llegara, lo pasarían mal las mujeres embarazadas y aquellos que se encontraran plenamente identificados con el mundo antiguo. O sea, disponemos de tiempo para pasar cómodamente de un universo a otro; disponemos de tiempo para ir abandonando una serie de valores y adoptar otros. Estamos en el universo de los átomos, en el que la vida se organiza en torno a un protón-hombre y a un neutrón-mujer, con todos los electrones-hijos que aparecen a su alrededor. Ese modelo cósmico nos induce a formar una familia y amarla, pero ese amor familiar debe ser la puerta que conduce al amor universal. Un día el átomo desaparecerá, el tejido del universo tendrá una estructura distinta, y debemos descubrir esa nueva estructura, que ya existe, superpuesta a la anterior, de manera que podamos integrarnos, pausadamente, sin sobresaltos, en ella.

Si no lo hacemos, si esperamos la hora final y hacemos necesario que en nuestra naturaleza interna aparezca el Cordero Degollado y luego cabalguen los Caballos, atengámonos a las consecuencias y dispongámonos a vivir la guerra que ese cambio de orientación, en la hora final, pueda suponer. Mejor ser víctimas de esta guerra y morir físicamente para renacer como protagonistas, con papeles estelares en el otro universo, que no ser los combatientes de una causa perdida y renacer en ese otro universo como vasallos, como ciudadanos de segunda.

Quedamos pues que este segundo jinete matará en nosotros todo amor por las posesiones materiales, tanto en lo que se refiere a las personas, como a las cosas.

10.- "Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: ¡Ven! Miré y he aquí que apareció un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en su mano. Y oí en medio de los cuatro seres vivientes una voz que decía: Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero el aceite y el vino, ni tocarlos. (Apocalipsis VI, 5-6).

El tercer viviente es el que representa el elemento Aire y aquí el caballo es negro, color de Saturno, planeta que rige Acuario, donde el Aire-Pensamiento alcanza su máximo poder.

Este es el jinete encargado de aplicar la justicia. Dios nos juzga, pero a través de nuestro propio dispositivo interno. Tenemos todos dentro un Dios de Justicia, del que recibimos lo que equitativamente nos pertenece. Esa Justicia se ejerce al final de cada uno de nuestros capítulos humanos, al final de cada vida, cuando los átomos-gérmenes de los Cuerpos suben al Ego para depositarle su trigo o su cebada. Entonces el Ego paga con una moneda los ingredientes que sus yos mortales le traen, y esa moneda es la potencialidad que permitirá a cada átomo-germen adquirir materiales para su formación, en el Mundo del Pensamiento, de los Deseo y en el Físico. Al descender a esos Mundos en busca de Cuerpos, encontrará los Tesoreros que le dirán: ¿Que me traes? Y nuestro germen Mental, y luego el de Deseos, entregarán las monedas recibidas del Ego y recibirán de los Tesoreros de esos mundos el documento acreditativo de la suma pagada y tendrán derecho a los servicios de los ingenieros genéticos que constituirán los átomos de sus cuerpos según lo que hayan podido pagar por ellos.

La moneda circula en todos los mundos, pero su curso legal se limita a cada uno de ellos. Es decir, con la moneda que circula en el Mundo del Pensamiento sólo se pueden comprar átomos mentales y no sirve para pagar átomos del Mundo del Deseo, del mismo modo que la moneda emotiva no sirve para comprar materia mental. Cuando aquí en la tierra utilizamos billetes de Banco para comprar conocimientos intelectuales o para comprar amor, es evidente que estamos haciendo algo inadecuado que atenta al orden cósmico y, como ya hemos comentado en otros puntos de la Enseñanza, no hay mayor pecado que aquel que consiste en atentar contra las estructuras cósmicas. No es este el momento de calibrar las consecuencias en que incurren los que venden Pensamientos o Sentimientos. El estudiante puede meditar sobre este tema.

11.- Después de haber cabalgado por nuestra naturaleza interna el jinete montado en el Caballo Rojo y haber dado muerte a los Sentimientos que nos ataban al mundo que se va a pique, aparece pues el tercer jinete para pagarnos con moneda contante y sonante el justo precio de nuestras cosechas.

Evidentemente, nos vamos a vivir a otro continente y, del mismo modo que al pasar de un país a otro se suele cambiar la moneda que llevamos por la que se utiliza en ese otro país, aquí también, el jinete del Caballo Negro, representante del mundo que dejamos, nos da la moneda en curso en el mundo al que vamos. El trigo y la cebada representan nuestro potencial mental y emotivo. Según el valor que se encuentre en nuestro granero seremos más o menos en ese otro universo. Pero tengamos en cuenta que ser Más, tal como ya advirtiera Cristo, consiste en ser el servidor de todos.

La Voz que ordena los cambios no viene del tercer sirviente, sino que surge de en medio de todos lo cual significa que hay en ellos Unanimidad; o sea, que ese intercambio les parece justo a todos, prueba evidente de que la personalidad emotiva, que es principalmente la que disiente, se encuentra perfectamente integrada y es solidaria de las otras.

Termina esta secuencia con una frase enigmática, que los traductores del Apocalipsis han dado de distinto modo. Se refiere al aceite y al vino, que recomienda la voz "ni tocarlos". Ya sabemos que el aceite es un atributo de Hochmah, que se derrama por toda la columna de la Derecha, y que el vino es un atributo de Binah, que corre por toda la columna de la izquierda. Ya hemos hablado de esos ingredientes en los Evangelios. Apuntemos tan sólo que las materias primas que constituyen nuestro potencial, no serán tocadas y que entraremos en el otro universo con toda nuestra carga de Sabiduría y de Conocimientos, lo cual hará de nosotros seres Diversos allí, como lo somos aquí.

Kabaleb (Apocalipsis)