Apocalipsis, el camino del conocimiento (2, 1ª parte)


1.- "Escribe al ángel de la Iglesia de Efeso: He aquí lo que dice el que tiene las 7 estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los 7 candelabros de oro: Conozco tus obras, tu trabajo y tu paciencia. Sé que no puedes soportar a los malvados, que has puesto a prueba los que se dicen enviados y que no lo son en realidad, y tú los has encontrado mentirosos. Sé que has perseverado y que has sufrido a causa de mi nombre y que no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado lo que fue tu primera caridad. Recuerda el punto en el que te caíste, arrepiéntete y vuelve a la práctica de tus primeras obras, porque si no, iré a ti y quitaré la lámpara del lugar en que se encuentra, a menos que te arrepientas. No obstante, hay en ti de bueno que odias las obras de los nicolaítas, obras que yo aborrezco también. El que tenga oídos para oír oiga, lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Al vencedor, le daré de comer del Árbol de la vida que se encuentra en el paraíso de Dios". (Apocalipsis, II, 1-7)...

La Iglesia objeto de esta primera epístola, es la formada por Saturno-Binah (Binah es el tercer centro del Árbol de la Vida y se ocupa de la organización y de crear un marco para desarrollar nuestro proyecto). Hemos visto en el primer capítulo que esas 7 Iglesias de Asiah, a las que Juan debe enviar su visión, eran los 7 estados de conciencia formados en los seres humanos por los 7 planetas o Espíritus ante el Trono. En efecto, en el estadio evolutivo

en que nos encontramos, todo cuanto existe debe reflejarse en Asiah o mundo físico en el que estamos viviendo. El Reino anunciado por Cristo será un día la Tierra en la que vivamos todos, pero esta Tierra, tenemos que crearla, elaborarla, no puede ser algo que la divinidad nos da hecho y sin problemas. La divinidad nos ofrece las semillas y nosotros debemos plantarlas y hacer que florezca la planta.

2.- Cristo bajó para poner en nosotros esas semillas y, dadas las condiciones en que se desarrolla nuestra existencia, era ineludible plantar el Reino en tierra extraña, en ese continente conocido cabalísticamente con el nombre de Asiah y que se encuentra bajo el mando de Jehová. Así, el Mundo de Cristo es plantado en un Reino que no es el suyo y cuidado por unas legiones angélicas que tampoco están bajo la jurisdicción de Cristo. Pero la dinámica de la Creación quiere que Asiah desaparezca un día para pasar la Vida a otro estado. Es preciso que se den determinadas condiciones para que esto se produzca, y aquí Cristo pasa revista a los fallos y hace las observaciones que han de permitir al ser humano pasar de un estado a otro (esto representa un cambio en nuestra personalidad, en nuestra manera de ver y percibir el mundo).

3.- Juan es el hombre que ya se ha integrado al Reino Crístico y es utilizado para escribir cartas a los ángeles. No sería correcto que Cristo utilizara un ser de la generación de los hombres para dirigirse a un ser de linaje superior, como es el Ángel. Para comprender esto que parece un despropósito, hay que entender cómo se produce la gestación de las cosas.

La Iglesia de Efeso, decíamos, es la formada por Binah-Saturno. Pero, formada, ¿dónde? En nuestra conciencia individual. O sea, las fuerzas que trabajan en la formación de todas las cosas, reciben un día orden de formar ese mundo nuevo que conocemos con el nombre de Reino de Cristo. ¿Quién da esa orden? Ya sabemos que sólo puede partir de cada uno de nosotros. Nosotros somos el Arquitecto que dirige los Trabajos de constitución de nuestro propio edificio y las Fuerzas que trabajan en esa construcción aparecen cuando las llamamos. Ellas nos facilitan los materiales, pero el que construye con ellas es nuestra propia voluntad.

El Juan que escribe al Ángel de Efeso, es el Juan interno, el que trabaja en nosotros, no el Juan Histórico que escribió el Evangelio u otro cualquier Juan. Cuando el Juan Revelador aparece en nosotros, recibe el encargo de Cristo de escribir, o sea, de comunicarse con el jefe de las Fuerzas que le facilitan los materiales para la edificación de su conciencia, a fin de que le diga el género que debe servirle, en vistas al objetivo que es la entrada en el Reino.

Cada uno de nosotros llevamos dentro esta Iglesia de Efeso, pero también llevamos a cuestas todas las demás, y las vamos levantando, ahora una, después otra. No hay nadie que pertenezca en su totalidad a la de Efeso, o a la de Pérgamo, como no hay nadie que, en los componentes químicos de su organismo, sólo tenga hierro, o cobre, o estaño. Pero hay momentos, hay vidas, en que damos preferencia a la edificación interna de la Iglesia de Efeso. (Es decir, en ciertos momentos de nuestra vida tiene que primar el orden, la organización, la creación de un marco de actuación, que son las consignas que proclama Efeso).

4.- Cuando esto ocurre, es preciso que sepamos que nos estamos desviando del camino que al principio nos habíamos trazado. Cristo cita las virtudes de Binah-Saturno en el primer párrafo de su carta y bueno será meditar sobre lo que aquí se dice para conocer más a fondo la idiosincrasia de este Séfira.

Como bien sabemos, Binah-Saturno preside la columna de la izquierda que es, esencialmente, la del trabajo y la perseverancia, formándose en ella la virtud de la paciencia. Efeso-Saturno no soporta los malvados, dice Cristo, y ello es considerado como una virtud, cuando Jesús, a su paso por la Tierra, dio repetidas muestras de tolerancia respecto a ellos. ¿Cómo Jesús vivo los tolera y Cristo en su Reino elogia Efeso por no soportarlos? Sería una contradicción si no conociéramos la naturaleza de Binah, el Centro que se ocupa de dictar las Leyes que permiten a la obra divina funcionar. Cuando Binah trabaja, los malvados deben ser excluidos a rajatabla, ya que de otro modo su obra no aguantaría y el edificio se desplomaría. Al levantar un edificio, donde tiene que haber cemento, hay que poner el cemento, y donde hierro, hierro. ¿Qué pasaría si se dejara, por pura bondad, poner arena en el lugar del cemento? El edificio se desplomaría, matando en sus escombros a los que se alojaran en él. A ese nivel, los malvados deben ser excluidos. Ya les vendrá la hora del perdón y de la tolerancia, pero en Efeso no puede haberlos.

5.- Tampoco caben en Efeso los falsos profetas, los iluminados de toda especie, que reciben comunicados del más allá o del más acá y que se creen importantes por ello. En Efeso lo falso ha de poder ser detectado, porque construyéndose allí el marco en el que la Obra ha de desarrollarse, si en él apareciese lo falso, por muy verdadero que fuese lo que viniere detrás, la Verdad no podría resplandecer totalmente.

6.- Lo que Cristo reprocha a Efeso es el haber abandonado su primera caridad, virtud que ciertos traductores prefieren llamar amor. En Efeso-Binah, como el lector ya sabe, se reflejan todos los demás Séfiras y lo mismo ocurre en cada uno de ellos (Ver lámina). Si al trabajar en la Iglesia llamada Efeso, excluimos de ella a Netzah o a Hesed, a la construcción le faltará algo, sobre todo si lo que se construye es el Reino de Cristo, que es esencialmente Caridad y Amor (es decir, integración).

Se recomienda a Efeso en esta carta que recuerde el punto en que se cayó, que se arrepienta y que vuelva sus primeras obras. Cristo no le dice dónde se sitúa este punto porque, siendo éste un Trabajo que todos los hombres tienen que realizar, es obvio que cada uno debe buscar el momento de su caída en la edificación interna de su Efeso.

En Efeso se construye el marco, el escenario, en el que ha de desarrollarse nuestra vida, y si en ese marco no hay caridad, no hay amor, aunque más tarde deseemos utilizar esos ingredientes, no los encontraremos en nuestro entorno y nos ocurrirá como el ama de casa que, preparando un excelente guiso, quisiera ponerle laurel y tomillo para darle sabor, pero no teniendo esas plantas en su casa, no puede hacerlo. Así diremos que los “pecados” de la Iglesia de Efeso repercutirán sobre las demás Iglesias, porque constituyendo Efeso el recinto sobre el que las demás se levantan, éstas sólo podrán disponer de los ingredientes que ya se encuentran en aquello, como el niño que nace sólo dispone de los materiales que hay en el cuerpo de la madre, y si falta la caridad y el amor, también faltará en las demás iglesias.

En la vida social, Efeso-Binah es la que elabora las leyes por las que se rige la sociedad, y bien hemos visto muchas veces un juez decirle a un acusado: Yo lo comprendo y lo absolvería si de mí dependiera, pero debo aplicar la ley y ésta exige que lo condene a tantos años de cárcel. La Iglesia de Efeso elabora leyes y sus adeptos deben someterse a ellas. Con el paso del tiempo, esas leyes se convierten en una especie de gimnasia que marca los movimientos que los fieles deben ejecutar. Ahora las 40 horas, dice Efeso; ahora el Ángelus; ahora la misa; ahora el rosario; ahora el ayuno; ahora la comunión; ahora la procesión, ahora la letanía... y reparte diplomas de "Bueno" al que ejecuta los movimientos de manera perfecta, y de "Malo" al que no practica esa gimnasia.

7.- Ya vimos al comentar los Evangelios, que el Reino de Cristo representa una superación de las normas y de las leyes, cuando Binah es precisamente el Centro donde las normas y las leyes se elaboran. De ello resulta que de Efeso no puede salir un cristianismo de calidad. En la Obra de la Creación, Binah ha dado excelentes resultados en su trabajo exteriorizador. Es un Centro Vav (se refiere aquí a una de las 4 letras que forman el nombre de Jehová (Yod-He-Vav-He), la fase Vav, la 3ª es la que representa la exteriorización), cabalísticamente hablando especializado en los trabajos hacia fuera, hacia Mundos cada vez más alejados de la divinidad, en la constitución de los escenarios en los que llevar la Vida. Pero cuando la Creación mira hacia atrás y vuelve la espalda a sí misma (cuando ascendemos por el Árbol de la Vida), Binah se encuentra con que el Sacrificio que se le pide es olvidarse de sí misma, es su propio Sacrificio, una especie de suicidio, por decirlo así.

Binah es la tierra de Herodes, en la que el Niño nació y en la que finalmente moriría. En esa tierra ha de ser plantada la semilla del Reino, pero su florecimiento no tendrá lugar en ella. Por esas razones, Efeso siendo un paso obligado hacia el Reino, no puede ser en sí misma una Iglesia que deba permanecer. Al pasar por ella, debemos hacerlo sin abandonar la caridad y el amor. Es decir, en las normas por las que se rige nuestra conducta, en las obligaciones que nosotros mismos nos imponemos, debe haber un espacio para la caridad y el amor; debe haber una ventana abierta por la que el mundo exterior pueda penetrar en nosotros, modificándonos.

La Caridad y el Amor no es algo que pueda definirse con una frase, diciendo: Caridad es esto, Amor es aquello. Caridad y Amor significan poseer una especial sensibilidad hacia el mundo que nos circunda, una especial manera de sentir a los demás y de comprender sus necesidades. Ya hemos visto que son los 22 (que se corresponden con las 22 letras del código hebraico y a los 22 senderos del Árbol de la Vida)) caminos que conducen a nuestra perfección interna. En cada una de esas fases, Caridad y Amor tienen un rostro distinto. Cuando estamos viviendo la etapa sentimental, Caridad y Amor consistirá en entregarnos emotivamente al mundo y a las personas; pero cuando vivimos la etapa mental, ya tendrá otro significado. Luego, al abandonar la sinagoga mundana y elevar la mirada hacia arriba, Caridad y Amor consistirán de nuevo en algo distinto.

Así pues, cuando trabajemos en la Iglesia de Efeso, no nos atengamos rígidamente a la norma; no nos impongamos leyes cuyo seguimiento nos obligue a desatender la llamada de la Caridad y del Amor que nos viene del exterior. Que jamás podamos decir: no voy a hacer esto porque está en contra de mis principios, de lo que me han enseñado, de las normas. Sepamos y recordemos en todo momento que no será siguiendo una norma que un día entraremos en el Reino de Cristo.

8.- Cristo amenaza, a través de Juan, con quitarle a Efeso la lámpara del lugar en que se encuentra, si no se arrepiente y vuelve a sus primeras obras.

Si colocamos el Árbol Sefirótico dentro de Binah (como sucede en la lámina anterior), vemos, naturalmente, que Tiphereth-Sol, la Lámpara, se encuentra en el centro. Ya sabemos que Tiphereth es el Centro Crístico en el Mundo de Creaciones (el árbol se divide en 4 Mundos: el de Emanaciones (Kether, Hochmah y Binah), el de Creaciones (Hesed, Gueburah y Tiphereth), el de formación (Netzah, Hod y Yesod) y el de acción (Malkuth). Este Tiphereth prisionero de Binah trabajó bajo la dirección de ese Centro mientras las necesidades de la evolución exigían que Binah fuera el Centro dominante. Pero cuando la dinámica cósmica se vuelve la espalda a sí misma y el Reino de Cristo empieza levantarse, Cristo exige que Binah se ponga a trabajar a su servicio, o de otra forma, la Lámpara le es arrebatada y Efeso se queda a oscuras y se desploma, puesto que es la Luz Interiorizada la que mantiene en Vida las estructuras materiales. Las primeras obras de Efeso las encontramos en los Hechos de los Apóstoles. Allí vemos como los discípulos de Cristo recorrían el mundo y llevaban a todas partes la noticia del Reino. Luego, la Iglesia de Efeso se encerraría en templos y daría prioridad al ritual sobre la Obra, buscando cada uno su propia perfección, en lugar de correr a perfeccionar el mundo.

No obstante, hay en ti de bueno que odias las obras de los nicolaítas, dice Cristo por boca de Juan a los de Efeso. Más adelante vemos que los nicolaítas tenían la costumbre de comerse la carne de los sacrificios. O sea, al sacrificar sus animales a la divinidad, daban a Dios el perfume del Sacrificio, pero se comían la carne que quedaba en el asador. Es decir, se beneficiaban ellos de los actos destinados a la divinidad. Nicolaítas son así todos los que obtienen una ventaja, material o moral del mismo culto que practican. Entre esa clase hay que situar a los actuales clérigos, los cuales reciben estipendio por su servicio religioso y obtienen un ascendente moral que los privilegia. El auténtico sacerdocio cristiano no puede ser nunca una profesión, ejercida mediante un diploma obtenido al cabo de unos estudios. El sacerdocio cristiano ha de ser esencialmente una vocación, emanada de una Revelación y debe ser ejercido por inspiración, por impulso interno. Todo lo demás, es nicolaísmo.

9.- Al vencedor le dará de comer del Árbol de la Vida, que se encuentra en el paraíso de Dios, dice Cristo. El Árbol de la Vida no es aquel cuyos frutos comieran Adam y Eva y que los llevara al conocimiento del Bien y del Mal. El uno se encuentra en el Paraíso antes de que el hombre haya adquirido una Conciencia, y el otro se encuentra en el Paraíso al final, o, más bien dicho, el ser humano lo descubre al final, cuando deja de identificarse con el mundo de la Forma para adquirir conciencia de la Vida y ya no perderla, conquistando así su Eternidad. Para poder comer del Árbol de la Vida, es preciso haber desarrollado órganos para asimilar sus frutos. Los de Efeso que han perseverado, que han sufrido a causa del nombre de Cristo, los que han pasado por la soledad de las altas cumbres, por el distanciamiento que supone su elevación, que han hecho oídos sordos ante los que se dicen enviados, sin sucumbir a la seguridad que pueden ofrecer los falsos guías para las almas débiles. Si han perseverado en su aislamiento sin abandonar la caridad, esos comerán Vida y se verán integrados al Reino sin vivir las catástrofes por las que han de pasar aquellos a quienes el Reino ha de venirles por sorpresa, como un acontecimiento natural que no ha sido preparado por ellos.

10.-"Escribe al Ángel de la Iglesia de Esmirna: He aquí lo que dice el primero y el último, el que estaba muerto y ha vuelto a la Vida: Conozco tu tribulación y tu pobreza (aunque tú seas rico) y las calumnias de parte de los que se dicen judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satán. No temas por lo que has de sufrir. He aquí que el diablo arrojará algunos de vosotros a prisión, a fin de que paséis por la prueba y tendréis una tribulación de diez días. Se fiel hasta la muerte y te daré la corona de Vida. Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: el que venciere no tendrá que sufrir la segunda muerte". (Apocalipsis II, 8-11)


Si la Iglesia de Efeso es la instituida por Saturno-Binah, la de Esmirna corresponde a los trabajos que realiza en nosotros Hesed-Júpiter (que representa el poder, la expansión y la exuberancia). Hemos dicho cuanto difícil es conseguir que Binah trabaje en la elaboración del Reino de Cristo, puesto que su naturaleza la lleva a instituir las leyes de Jehová. En cambio, Hesed siendo un Centro de Vida situado en la columna de la Derecha, no ha de costarle trabajo alguno establecer ese Reino. Las dificultades le vendrán del contexto que la rodea. Situada entre Binah y Gueburah, o sea, entre Efeso y Pérgamo, que es la tercera Iglesia en la terminología apocalíptica, Hesed será el que se lleve la Corona de la Vida cuando el Reino haya sido establecido, pero mientras esa consagración no haya sido efectuada, Hesed se encontrará exiliado, por así decirlo, sin ser dueño de sus propias riquezas. Por ello Cristo, por boca de Juan, habla de tribulación y de pobreza, aun siendo rico. Es la pobreza en que vive el príncipe heredero de tantos cuentos orientales, cuyo trono es ocupado por un tirano. Mientras el Reino de Cristo sea un futuro esplendoroso, Hesed vivirá en la tribulación y en la pobreza.

11.- En la dinámica de la Creación, tal como figura en el Génesis de Moisés, vemos a grandes rasgos inscrito el drama que Cristo resume aquí en pocas palabras. En primer lugar, ese Árbol plantado por Binah en las costillas de Hesed-Paraíso, y en el que imperaba su ley restrictiva de no comerlo bajo pena de muerte, indica que Hesed se ve sometido a Binah, su inmediato superior, y que debe aceptar unas limitaciones que no forman parte de su naturaleza: son condiciones heredadas que Hesed no puede cambiar. Pero he aquí que cuando surge el "liberador", el que había de conducir el ser humano a la inmortalidad y al conocimiento del Bien y del Mal, éste no es el auténtico liberador, sino la Serpiente, procedente de la sinagoga de Satán trabajando con las Energías Desperdiciadas procedentes de Gueburah.

Obligado por Binah a cultivar en su Paraíso la prohibición, e invadido por Satán que se dice el instructor, Hesed ha vivido en la pobreza siendo rico, y en la tribulación cuando lo posee todo para estar en la dicha.

Cristo no le reprocha nada a la Iglesia de Esmirna; les pide únicamente a los que forman parte de ella que sean fieles hasta la muerte, comprendiendo que los errores que puedan cometer son debidos al vasallaje de que Esmirna-Hesed es objeto.

Kabaleb